
Mucho se ha hablado del asesinato del policía Eduardo Puelles. Se nota que hacia demasiado tiempo que la serpiente no hincaba los colmillos en la libertad de los ciudadanos. Tiradas de prensa, horas de radio, multitud de detalles en televisión y una red en ebullición. Justo lo que la banda terrorista quería conseguir con esta terrible ejecución: “Una gran repercusión mediática de sus actos”.
Tres días más tarde cae en Guipúzcoa un comando de ETA con 75 kilos de explosivo preparado para matar, y solo hace de relleno en los informativos y en algunos huecos de periódicos. Al día siguiente detienen a un terrorista en Francia, y hay que rebuscar para encontrar la noticia en la prensa. Tres días después la policía detiene a los dos responsables del aparato de información en la cúpula de ETA, y pasa como una de tantas cotidianas noticias sobre el terrorismo. Es algo así como que, nos estamos acostumbrando tanto a ver detenciones de terroristas, que ni los periodistas lo creen de interés para los ciudadanos, ni los ciudadanos lo sentimos como grandes actuaciones de la policía. Espero no ver algún día a los periodistas intentando hacer prensa amarilla con los atentados terroristas, al igual que han hecho con el caso de Marta del Castillo. -¿O ya hay quien lo tiene en mente?- .
Eduardo Puelles vivió y trabajó por conseguir acabar con los involucionados del hacha y la serpiente, que por medio de la sangre y el dolor quieren imponer sus arcaicos criterios a la sociedad vasca, y no creo que deseara ver como con su muerte se relegan los éxitos de sus compañeros y por los que él tanto luchó.

Jesús Eguiguren es pieza fundamental en el socialismo vasco y español. Persona facultada como nadie para el pacto y la negociación, capaz de conseguir atraer a los terroristas a una mesa del diálogo, como de pactar con la derechona el apoyo a los socialistas –sus diablos rojos-.
Patxi López no ha hecho más que comenzar a blandir su bastón de Lehendakari y ya ha demostrado al nacionalismo otra forma de gobernar sin apartar a nadie, y lo ha hecho con tal firmeza, que hasta la derecha ha tenido que salir a criticarle con aquello de haber trasladado a Rajoy y a su séquito, la decisión de la familia de Isaías Carrasco, de no recibirlos en el velatorio de su muerte, pues parafraseando a la familia de Eduardo Puelles, allí había un héroe y ellos iban buscando una víctima.
Si yo fuera quien está en el féretro por circunstancias similares a la de Isaías Carrasco, tampoco quiero que nadie de la derecha española se acerque a menos de 500 metros de mi o de mi familia. No me gustan los que viven del dolor y después te acusan de ser amigo de terroristas.