27 enero, 2010

NOSOTROS LOS RACISTAS

Como se ponen algunos por que en el catalán pueblo de Vic o en el madrileño pueblo de Torrejón de Ardoz quieren poner trabas a la inmigración, al no inscribirlos en el padrón municipal. Es una forma de ahorrar en servicios de escolaridad, sanidad y otros asistenciales o sociales.

Por toda España se alzan voces declarando la xenofobia surgida en nuestro país como consecuencia de la crisis económica de los neocons. Estas voces no se oían cuando todo eran risas y el dinero corría a raudales de forma fraudulenta con la especulación urbanística. También había xenofobia. Ahí estaba, pero no se veía o no se quería ver. Era la mano de obra barata que engordaba los bolsillos de algunos españoles llenos de avaricia quienes estaban ahí, en las cloacas de nuestros excesos y codicias. Son los que han ayudado a engordar las arcas de muchos ayuntamientos y a pagar pensiones de otros españoles. Ya hubo en su día quien no quiso hacer visibles a los inmigrantes en España, hasta que Zapatero les devolvió la luz, sus derechos y dignidad –Holanda y Alemania hicieron lo mismo después de haberlo criticado-. Lo que no se ve no existe, esto es una máxima de la derecha. En la antigüedad, cuando el sapiens acababa de salir de la piedra, utilizaban el mismo sistema con los eslavos, no existían para ellos, y los inmigrantes hoy en día, para algunos, son los esclavos del siglo XXI.

De una vez por todas, los españoles debemos dejar nuestra hipocresía y comenzar a admitir que mayoritariamente somos racistas. Nos guste o no, ese es nuestro sentimiento, en el que no interviene ideología alguna, solo existen grados, desde lo mas alto de la escala donde se encuentran los ultras conservadores –derecha- a los mas progres –izquierda-, pero en todos supura el racismo. Los primeros intentan demostrarlo y los segundos intentan que no se les note. Los primeros no aguantan a un inmigrante a su lado, salvo que este sea un pudiente adinerado o un criado de a céntimo la hora –cuidan a los mayores y limpian las casas-, y los segundos los defienden hasta que entran en clara competencia con ellos, momento en el que pasan a ser enemigos. A unos y a otros se les oye por las calles lanzar los mismos improperios contra los inmigrantes –que asco de inmigrantes, a que vendrán aquí, por que no se van a su país,….-, y a unos y a otros se les oye discutir acaloradamente en cualquier taberna defendiendo a los inmigrantes que juegan en sus equipos favoritos –Ronaldos, Cristianos, Messis, Kakás o Agüeros-. Solamente hay una barrera para que los inmigrantes sean alabados o denostados en España, su poder adquisitivo y su posición social, aunque, en el fondo, a todos, a los que cobran millones de euros y a los que no llegan al salario mínimo, se les considera un servicio, pues se tiene la creencia de que esa debe ser la condición del inmigrante. Que tengan papeles, o no, es indiferente.

Me considero racista, muy racista, y no lo escondo, pero de todos los hij@s de puta que andan sueltos por el mundo –y no me refiero a los hijos de ninguna prostituta-, ya sea en versión inmigrante o autóctona, blanca o negra, alta o baja, gorda o flaca. Se debe tener mucho cuidado con ellos. El hijo-puta y la hija-puta están ahí fuera, se camuflan, se esconden, pero están ahí, metiendo cizaña, creando problemas donde no los hay, haciendo la vida difícil a las personas e intentando penetrar en las conciencias para sacar partido. Son repugnantes, tramposos, mentirosos, cínicos, manipuladores, rencorosos, cargados de ira y prepotencia y siempre dispuestos a hacerte la vida imposible. En definitiva, unos verdaderos hij@s de puta. Dan asco.

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