22 febrero, 2010

SEMILLAS DEL PROCESO DE PAZ

La viuda de Fernando Buesa, Natividad Rodríguez, cree que en el abertzalismo, ese sector nacionalista que todavía no se atreve a dar el paso hacia la normalidad democrática y hacia la defensa de sus ideas con las palabras, se está moviendo algo.

El proceso de paz para Euskadi que José Luis Rodrigue Zapatero puso en marcha en su primera legislatura, continúa dando sus frutos después de varios años de terminación. Ese proceso que tanto ha denostado la radical derecha española por temor a que triunfara, y que tanto vértigo ha dado a muchos socialistas, incredulos, no dio resultados a corto plazo por el miedo escénico de la barricada abertzale, pero que dejó implantados sus huevos para que, de eclosión en eclosión, fueran inoculando civismo y responsabilidad en las mentalidades de los autodenominados gudaris vascos.

La destrucción a la que se está viendo sometida la banda terrorista ETA por la increíble labor policial de los cuerpos y fuerzas de seguridad, dirigidas con mano izquierda por el Ministro Rubalcaba y desde el País Vasco por Rodolfo Ares, junto con un Gobierno decidido a terminar con el terrorismo y a no permitir actitudes antidemocráticas en nuestro país, han conseguido que la izquierda abertzale haya llegado a tal situacion interna que se han visto obligados a plasmar en un documento -Zutik Euskal Herria-, y por primera vez, la creación de un proceso sin actividad armada y con total ausencia de ETA, aunque también siguen pidiendo que el estado español haga lo mismo, algo que saben es totalmente imposible.

Arnaldo Otegi dice que se presentan con un ramo de olivo en la mano, pero él bien sabe que solo ellos fueron los culpables de dejarlo caer cuando Zapatero apostó decididamente por el fin de la violencia y algunos tuertos gudaris destrozaron los anhelos de muchos de los suyos, al no tener capacidad suficiente para entender que su tiempo se había acabado. Ahora sufren las consecuencias de ir contrarreloj para no perder el tren de la política, el que les haga ser una opción democrática sin verse en el abismo de la disolución, pues las semillas del proceso de paz que Zapatero plantó, no dejan de germinar en los sentimientos de los que de una vez por todas deciden ser ciudadanos vascos, solo eso, ciudadanos vascos.


Un grato recuerdo a Fernando Buesa y a Jorge Diez.

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