16 septiembre, 2009

POLICIAS PARA LA EDUCACIÓN

Ahora ya sabemos porque la derecha no quiere Educación para la Ciudadanía. Tiene una propia: ¡Hacer a los maestros policías para que den lecciones a nuestros hijos a golpe de autoridad!.... -O de lo que haga falta-. Igual que con la economía, donde esconden al ciudadano sus pretensiones para que no se entere de por donde les gustaría meter la tijera al estado de bienestar, en educación, la derecha tiene el mismo problema, no quieren que los españoles nos enteremos de que intentan volver al maestro del miedo, el del ordeno y mando, a aquel profesor que ante su falta de capacidad descargaba toda su impotencia humillando a niños, mientras seleccionaba sus futuros dependiendo de las zapatillas o zapatos que llevasen sus pies. -Algo similar a los itinerarios escolares que quiso imponer el PP de Aznar y que Zapatero derogó-.

Eso es lo que ha dicho Esperanza Aguirre aprovechando los disturbios de Pozuelo de Alarcón, que quiere hacer una ley para reforzar la autoridad de los profesores. Una ley para educar a todos esos niños pijos que se atrevieron intentar el asalto de una comisaría de policía. ¿Si se atreven con la policía, que son la autoridad, que les puede importar un profesor?, y más aún, teniendo el apoyo de los padres, que junto con los abogados han clamado por los medios de comunicación, para que no se diera semejante trato a jóvenes estudiantes con un buen historial académico y careciendo de antecedentes. Incluso dicen que están pensando denunciar a la policía por agresión.. ¿Tal vez Esperanza Aguirre solo quiere revestir de autoridad a profesores de colegios públicos exceptuando a los privados y concertados?. ¿Quiere la Presidenta de la Comunidad de Madrid, utilizando la seguridad de los profesores –miedo- y la preocupación por la educación de los hijos –más miedo-, hacer personas dóciles y sumisas a base de reprimirlos desde niños?. ¿Cómo se le ocurre a quién ha intentado por todos los medios desdibujar asignaturas ciudadanas, criticar la falta de respeto de los alumnos?. No estaría mal establecer una figura de autoridad en el Parlamento para imponer respeto a los integrantes del grupo Popular, por su falta de educación y decoro cada vez que hablan otros grupos. Ese es el peor ejemplo para nuestros niños y jóvenes, a los que con 12 años se les quiere meter en cárceles, prohibirlos el acceso a redes sociales y ahora un policía de control –la tendencia es la tendencia-.

En democracia, el respeto de las personas no se consigue a golpe de obligatoria autoridad, el respeto se alcanza con educación, profesionalidad y ganas de enseñar. Son las familias las que tienen la gran responsabilidad del comportamiento de sus hijos en el colegio o cualquier otro lugar. Es el proceso de socialización que padres y profesores dan a los jóvenes lo que les hacen ciudadanos respetables. Es la tolerancia la que abre la imaginación de un niño a la creatividad. Es la solidaridad la que demuestra el valor del respeto hacia los demás. Es la asignatura de educación para la ciudadanía la mejor herramienta para lograr ciudadanos con un gran sentido del civismo y el respeto hacia los semejantes, y no policías disfrazados de maestros.

23 comentarios:

Anónimo dijo...

"Ahora ya sabemos POR QUÉ la derecha..."

Aquí algunos más que "Educación para la Ciudadanía", o sea, catecismo doctrinario socialista, necesitarían unas cuantas lecciones de ortografía...

Anónimo dijo...

Claaaro, lo mejor es seguir teniendo cabestros, salvajes y energúmenos que insultan al profesor, que humillan al estudioso, que tiran el compás a la cara del compañero, que se atreven a fumar en clase, que empujan al docente que les da clase, que no paran de chillar y gritar e impiden aprender al que sí lo desea, que se mofan de otros escolar y así un largo etcétera donde reina la persimividad para tener a los futuros "anti-sistema de la kale borroka" crecidos al calor de una escuela convertida en fauna de irresponsables vándalos y gamberros que serán los aprendices de delicuente callejero, pero eso sí, garantizándose el voto a la izquierda gracias al adoctrinamiento progre que se lleva a cabo con asignaturas infames e ideologizantes que conculcan derechos y libertades individuales inmiscuyéndose en el ámbito íntimo de la persona e intentando evaluar "sentimientos y emociones" tal como aparece en el currículo para ver si han interiorizado suficienmente los dogmas, aunque luego apenas sepan escribir ("para que no se entere de por DÓNDE les gustaría..."). No hay más que ver los espléndidos resultados de la LOGSE y la ausencia de fracaso escolar que certifican todos los informes al respecto. Esto último pretendía ser irónico por si alguno de los ignorantes que sólo se dedican a repetir los eslóganes sectarios es incapaz de percatarse de ello.

Anónimo dijo...

Efectivamente en vez de idear unos itinerarios que le permitan a cada uno decantarse por aquellos estudios que quiere realizar, tenemos clases de inadaptados gamberros que no quieran estudiar mezclados con los que sí quieren, de manera que éstos últimos se ven impedidos para proseguir con normalidad una clase, y los primeros ni aprenden un oficio ni tampoco intentan formarse mínimamente para obtener una digna salida laboral, sino que hay que tener a todos juntitos en una misma clase, y el profesor, y los compañeros de clase que sí desean estudiar encima tienen que soportar el vandalismo, la mala educación y la indisciplina de indeseables que lo único que hacen es dinamitar el transcurso de una clase sin estudiar ni dejarlo hacer. Pero en vez de imponer normas y hacerse respetar, ahora habremos de aplaudirles por "ejemplar" comportamiento e incluso darles matrícula de honor para que no se traumaticen, y mención especial además si toda esa violencia que desencadenan la hacen en nombre del socialismo, y si ya emulan a Bibi y Leyre gesticulando puño en alto y reivindicando los símbolos de tiranías que han ocasionado más de cien millones de muertos, entonces ya los introducimos directamente en la universidad, ¿no?

Ésa es la idea de "educación" que tiene la progresía actual. Sencillamente siniestra y liberticida.

Eso por no hablar de algunos temarios en ciertas regiones nacionalistas en que apoyándose en la izquierda adoctrinan constantemente, al igual que impiden que muchos escolares puedan estudiar en su lengua materna como recomienda la UNESCO, pese a ser el idioma oficial del Estado, y viendo así conculcados sus derechos civiles más fundamentales merced a las políticas intervencionistas y cuasitotalitarias de un socialismo desnortado y discípulo del populismo chavista que pretenden imponer su credo estatalista y evluar sentimientos y emociones tal como se hacía en las juventudes hitlerianas para ver si habían asimilado debidamente el nacionalSOCIALISMO. ¡Repugnante!

Anónimo dijo...

Y desde luego no podía faltar la mentira. En ningún momento, Aguirre ha dicho que haya que volver al maestro del miedo, ni que éste tenga que humillar mientras seleccionaba su futuro dependiendo de los zapatos que lelvasen en sus pies. Son más embuestes propios de la propaganda goebbelsiana de una izquierda que ante la falta de argumentos, sólo le quedan sus manidos recursos del insulto y la más miserable mentira.

Sin embargo, la izquierda prefiere seguir justificando a esos jóvenes que no respetan la autoridad, que se enfrentan incluso a los cuerpos y fuerzas de seguridad que velan por la seguridad de todos y aseguran un orden que permita una pacífica convivencia, pero no, la izquierda prefiere a los energúmenos quemando contenedores, agrediendo a un policía, aunque sean niños pijos como las hijas de Montilla o como las de tantos socialistas que acuden a colegios privado y después montan botellón todos los fines de semana ocasionando cualquier incidente que hay que perdonar incentivando la irresponsabilidad de los futuros delicuentes, ágrafos y analfabetos sin más conocimientos que la doctrina política inoculada por el gobierno liberticida que desatan su ira y su odio con violencia y total descaro, es decir, espécimenes perfectos para engrosar las filas de la izquierda que se nutre de semejantes elementos. Qué asco. Y qué vergúenza.

Anónimo dijo...

Aquí los únicos que quieren represión, y que les mienten y los engañan, los que les impiden estudiar en su idioma materno (la hermana de Messi tuvo que marcharse de Cataluña porque no paraba de llorar ya que se negaban a hablarle en su lengua), lo que les meten miedo mandando a sus padres al paro, con el calentamiento global, o con viejos fantasmas de desmemoria histética es una izquierda que quiere tener adiestrados a dóciles y serviles siervos que le sean fácilmente manipulables. Y por eso no quieren gente preparada, con estudios, con criterio propio, con espíritu crítico que les haga frente y no se trague sus falacias. Ni esté dispuesta a tolerar el mal comportamiento de violentos gamberros que como el perro del hortelano ni estudian ni dejan esutidar, y mientras dan patadas al profesor o tiran de las orejas al compañero, además hay que hacerles la ola, ser comprensivos y lejos de expulsarlos, recibirlos con los brazos abiertos, ¿verdad?

Y luego algún hipócrita sinvergüenza se llevará las manos a la cabeza por estar a la cola en todos los indicadores que evalúan el sistema educativo español...

Anónimo dijo...

Y, claro, la izquierda no quiere recluir en centros a salvajes como el asesino de MArta del Castillo... NOOO, tiene que seguir yendo con sus amiguitos a clase para elegir a su próxima víctima... y además le ponemos un 10 y sobresaliente en conducta. Ésta es la izquierda que miente, que crea cordones sanitarios, que niega la presunción de inocencia a quien no ha hecho nada, pero que enseguida habla de cárcel cuando se refiere a la derecha, y es falso que nadie haya propuesto algo así, pero es que lo que la izquierda desea es que asesinos y criminales por el hecho de ser menores tengan que convivir con sus víctimas o familiares, haya que tenerlos con gente buena que nada malo ha hecho, y además premiarles ya no por su mediocridad manifiesta, sino por las salvajadas, delitos y crímenes que cometen. Eso sí que es infame. Aunque claro, quizá les interese por si algunos de estos energúmenos sanguinarios y odiosos se vuelve un "hombre de paz" y lo recluta la ETA... o las FARC, ahora que se ha recibido a Chávez con tanto decoro, el mismo que le falta a la izquierda que sea en un mitin o en el Parlamento es incapaz de concatenar varias palabras seguidas sin lanzar un improperio, un exabrupto o un insulto. Lógico que quieran que siga habiendo fantoches maleducados, incultos, vagos y delicuentes como ellos. Para que se perpetúe la especie de la "gauche divine"...

Anónimo dijo...

La Educación para la Ciudadanía es la mejor herramienta para adoctrinar al personal diciendo que SOLIDARIDAD es quitar el dinero al contribuyente y dárselo a Carod-Rovira para que siga creando mini-embajaditas, a pesar de que estemos a punto de llegar a los cinco millones de parados.

La Educación para la Ciudadanía es la mejor herramienta para adoctrinar al personal diciendo que TOLERANCIA es considerar a asesinos sanguinarios como Txapote, Otegi o De Juana "hombres de paz" con los que hay que negociar dándoles todo lo que pidan, mientras se orquestan operaciones de acoso y derribo, con cacerías jurídico-gubernamentales incluidas, contra el principal partido opositor como se hace en las tiranís.

La Educación para la Ciudadanía es la mejor herramienta para adoctrinar al personal diciendo que la SOCIALIZACIÓN consiste en que el profesor sea insultado y deba apludir esa conducta aprobando al alumnos que le increpa, y también consiste en que el compañero que es agredido por otro deba dar las gracias por la violencia que contra él se ejerce echando la culpa a la sociedad y no al energúmenos que con él se ensaña.

Ese es el "civismo" que se enseña en EpC: la mentira, la trola, el choriceo, el puterío, la hipocresía, la farsa, la manipulación, el intervencionismo, la falta de libertades, todo menos cultura y conocimientos con el fin de tener unas masas idiotizadas que no puedan rebatir las sandeces de la izquierda, y a las que si es necesario movilizar incitándolas a la violencia haciendo que ésta sea la tónica habitual en la escuela y que a nadie se le permita impedirla so pena de ser considerado un tirano.

Ya os habéis quitado la careta del talante, y se está viendo el rostro siniestro de la izquierda despótica que impera en España...

Anónimo dijo...

Se repite, con sospechosa ausencia de sentido crítico, que la última generación de españoles jóvenes (alrededor de los 30 años de edad) es la más preparada de la Historia. Se trata de una leyenda urbana, como se dice ahora con expresión importada, para distinguirla de las leyendas tradicionales. Es leyenda porque es pura fantasía (no responde a los hechos) y porque se emite con un propósito espurio, en este caso, fomentar el espíritu triunfalista o nacionalista que tanta satisfacción comporta.

En todas las leyendas hay un punto de verdad que es lo que les otorga respetabilidad. En este caso el hecho verdadero es que nunca como ahora ha habido una tasa tan elevada de jóvenes que han sido estudiantes. Más aún, nunca ha habido tantos jóvenes salidos al campo laboral con su título o grado escolar. La comparación se puede hacer en términos absolutos o relativos al tamaño del estrato de población. La radical novedad de ese resultado es que la tasa de escolaridad así medida es todavía más elevada para las mujeres que para los varones.

El hecho anterior es compatible con la falacia que aquí vengo en denunciar. Afirmo que esa última generación no es la más preparada de la Historia. Dicho de otro modo, el paso de las últimas generaciones por la vida española ha visto un lamentable declinar en la preparación de sus efectivos. Cierto es que los jóvenes saben más de informática y técnicas afines que sus mayores, pero su ignorancia es oceánica en todo lo demás. Precisamente sobresale esa falla como contraste de que han recibido muchos años de escolaridad.

De entrada, resulta difícil sostener el enunciado de la leyenda cuando la actual generación de jóvenes españoles soporta un tercio de sus efectivos en paro. Ya sé que hay circunstancias externas y objetivas (la famosa crisis económica) que explican ese derroche. Pero, en una época de crisis económica, que también es tecnológica, debería desprenderse con más facilidad el exceso de trabajadores próximos a la edad de jubilación. Eso no ocurre. Cabe pensar, pues, que los jóvenes no se encuentran tan preparados para el trabajo como suele creerse. La explicación de esa rareza está en que la "preparación" incluye no solo los conocimientos adquiridos como las ganas de ejercerlos. Ahí está el nudo de la cuestión.

Mi experiencia de más de 40 años de profesor quizá no sea estadísticamente muy válida, pero es la mía. Cada año que pasaba he ido registrando la impresión de que los alumnos venían peor preparados, con menos conocimientos de base y con menos ganas de aprender. Luego he comprobado que esa misma impresión la tienen otros muchos profesores universitarios.

Hay algunas mediciones objetivas recientes de la capacidad de comprensión de los estudiantes españoles de Bachillerato. Desgraciadamente no podemos establecer la comparación de los niveles así obtenidos con los que podían darse la generación anterior. Pero sí podemos asegurar que, en esas pruebas, los adolescentes españoles están a la cola de los países europeos. A la cabeza suele situarse un país como Finlandia, que es más bien modesto en muchos extremos y que gasta poco en enseñanza. La explicación de ese contraste está en que los mozalbetes finlandeses conviven mucho tiempo con los profesores en los centros escolares y dedican muchas más horas a la lectura. Otra vez introduzco mi apreciación personal. Los jóvenes españoles actuales han leído muy poco, y eso que generosamente se añade ahora la lectura internética.

Anónimo dijo...

Al final de una generación, la prueba de la bondad de su preparación es que se produzcan eminencias que hagan aumentar los conocimientos científicos. Un indicador excelente puede ser el número de premios Nobel científicos. Pues bien, en España sólo hemos tenido uno, Santiago Ramón y Cajal, nada menos que en 1906 (Severo Ochoa fue premio Nobel como norteamericano). En los últimos años no ha habido ni candidatos españoles a esa distinción. Cierto es que los laureados se han concentrado en los Estados Unidos, Alemania, Reino Unido y Francia (por ese orden), pero hay una docena de países cada uno de ellos con varios premios Nobel. Por ejemplo, Suiza o Países Bajos han tenido 15, Italia 9 o Austria 6. Se objetará que España es hoy una formidable potencia industrial, cuando hace un siglo era un país mayormente agrario y de analfabetos. Cierto es. Pero por eso mismo sorprende el contraste de una joven generación tan poco preparada. Somos una potencia industrial; la prueba es que producimos varios millones de automóviles al año. Sólo que todos ellos se diseñan en otros países. En cambio, el Hispano-Suiza se produjo aquí hace casi un siglo. Otro ejemplo. En España tenemos hoy una respetable industria farmacéutica. Pero llega la infausta gripe A y no hay ningún laboratorio español que pueda producir la vacuna correspondiente.

Bien, la tecnología no es todo. En España hay un notable elenco de personas dedicadas al Derecho y las Humanidades. Es posible, pero ahí tenemos a los jueces del Tribunal Constitucional que en tres años no han logrado redactar una mínima sentencia sobre el Estatuto de Cataluña.

Las ilustraciones anteriores apuntan a que la clave no está tanto en los conocimientos adquiridos como en la aplicación del trabajo, el esfuerzo. Ahí está el verdadero fallo que se acrecienta año tras año. Las tasas de fracaso escolar y de abandono precoz de los estudios son altísimas y crecientes en la España actual a pesar de la facilidad de las pruebas. El absentismo laboral y estudiantil alcanza proporciones aterradoras. Todo en España respira fiesta. Los centros universitarios pueden vacar los viernes y los museos pueden cerrar los lunes.

La clave del rezago generacional está en una clase política poco instruida y mal seleccionada que no alcanza a diagnosticar bien los problemas colectivos y las consiguientes reformas necesarias. En concreto, el Gobierno actual está formado por un elenco de ministros particularmente bisoño e incompetente.

Anónimo dijo...

No admite comparación el nivel de conocimiento de los ministros actuales con los de los gobiernos anteriores, incluso los del Franquismo, la República o la Restauración. Quiero decir que los ministros actuales son literalmente unos analfabetos comparados con sus antecesores civiles, los de todas las tendencias. Tómese un solo ejemplo. José Blanco es el actual ministro de Fomento (y quizá el más vocal del Gobierno de Zapatero) y lo fue también José Echegaray hace más de un siglo. Pero Blanco no pasó de los primeros años de carrera y es incapaz de hilvanar frases correctas. Echegaray fue ingeniero de Caminos (número 1 de su promoción), profesor y director de la Escuela de Caminos, autor de monografías científicas y de obras literarias, director de la Academia de la Lengua Española y premio Nobel de Literatura.

En España hemos tenido muchos jefes de Gobierno que han escrito libros y artículos de renombre. Las obras completas del actual presidente del Gobierno cabrían en un librillo de papel de fumar.
Una tesis tan errónea como la que aquí llamo leyenda ("la generación mejor preparada de la Historia es la actual") se mantiene porque los que la aducen medran muy bien a la sombra del poder. Lógicamente los gobernantes poco instruidos se sienten halagados por la tesis de la generación joven más preparada de la Historia. Se comprende ahora que Gregorio Peces Barbas haya criticado al presidente Zapatero el criterio de preferir la juventud a la experiencia en la formación de sus gobiernos. Lo peor es que cuando se interioriza esa leyenda como si fuera un axioma, se elimina el deseo de aprender. Eso produce una gran capacidad para gozar de la vida. De eso se trata. Los jóvenes actuales son maestros de la holganza, de la fiesta, especialmente los progres. Naturalmente, hay excepciones, pero no debe olvidarse que la Demografía es la ciencia de los grandes números.

Anónimo dijo...

Ha iniciado su andadura un nuevo curso escolar. Toda la menuda grey patria ha vuelto como don Quijote: mochila en astillero, pereza antigua, esperanza flaca y espíritu corredor. La educación de nuestros vástagos nos va a costar un ojo de la cara y parte del otro, y harina de otro costal va a ser cuál será el rendimiento obtenido por aquellos que protagonizarán nuestro futuro.

En España, o lo queda de ella, nuestros infantes serán aleccionados en la tolerancia al estilo del peor Locke; éste en su carta sobre la tolerancia señalaba que se debía tolerar todo menos a los católicos, a los que denominaba "los papistas". Pues de un modo torticeramente análogo, nuestros muchachos aprenderán a tolerar únicamente aquello que concuerde con el credo progre. Los niños aprenderán, Dios me perdonará por el uso de este verbo: aprender ¡qué cosa!, que la sexualidad se educa, que el lenguaje construye la realidad, que no hay verdades absolutas en el ámbito moral, que la felicidad viene del Estado y que el individuo necesita que lo dirijan.

Todo esto lo traerá esta nueva vuelta al cole, aunque nos deparará más cosas, desgraciadamente muchas más cosas que habiendo sido anunciadas han sido asumidas. Sin duda, el presente curso nos traerá unas dosis de indisciplina jamás vistas por estos lares, una desincentivación del esfuerzo inusitada y una infravaloración del talento impropia de una sociedad que en algún momento suscribió los principios liberales.

Nuestro sistema educativo va a desperdiciar un año más; el objetivo del Gobierno es incentivar deliberadamente la mediocridad. No hay ningún mecanismo para primar el esfuerzo, es más, el destacar por el trabajo y la capacidad se convierte en sospechoso, no es infrecuente la pregunta del profesor (¡qué prostitución del nombre!), quien frente a un alumno preocupado por ampliar sus conocimientos, con inquietud por la lectura, le espeta un: "¿Es que quieres ser más que los demás?". Han hecho bueno lo que preconizó Goytisolo en el poema que se titulaba Me lo decía mi abuelito, el afán de superación es retrógrado y la anomia vulgar lo progre. Considero que España no tiene el tiempo que le hace perder el Gobierno, la progresía aplaudiente y los bienpensantes silentes.

Me produce una gran desazón el ver cómo todos los gobernantes que hemos soportado han pretendido arreglar la educación partiendo de la superioridad que confiere la ostentación del cargo político, prescindiendo absolutamente del mercado. Esta tentación estatalista, de la que no se libra ningún partido, consiste en pensar que una mente debidamente cualificada es capaz de ordenar la enseñanza mejor que el conjunto de agentes que actúan en el mercado. Lo anterior pone de manifiesto dos cuestiones: en primer lugar, que no se han leído ni las tapas de La Riqueza de las Naciones; y en segundo lugar, que carecen de la más mínima fe en los individuos.
Así que la vuelta al cole nos regalará la misma falta de libertad para elegir que el curso anterior, las mismas trampas para matricular al niño en los colegios concertados, el mismo despilfarro de recursos públicos, el mismo nivel de adoctrinamiento, la misma desidia de unos profesionales funcionarizados y desmotivados. Eso sí, todo este desastre absorberá en torno al treinta por ciento de los presupuestos de las comunidades autónomas y un coste por estudiante que rondará los seis mil euros, bastante más de lo que cobran la mayoría de colegios privados. ¡Viva la vuelta al cole y a pagar los de siempre!

Anónimo dijo...

Las ideologías intervencionistas siempre han utilizado la política educativa, cultural y lingüística para la construcción de identidades. Lo vemos con la manipulación nacionalista de la historia en las autonomías gobernadas por el nacionalismo, lo vemos en las escuelas islamistas que Arabia Saudí ha abierto en toda Europa y lo vemos en la ideologización progre de la enseñanza (Educación para la Ciudadanía, etc.). Frente a ello, nos preguntamos qué modelo educativo deberíamos defender los liberales (conocimientos abstractos, enseñanzas técnicas...).

Hay quienes sostienen que los liberales debemos apoyar una desregulación de toda la educación, dejando que sea el mercado el que organice el sistema educativo en función de las necesidades de la economía. Pero todos los grandes autores liberales, empezando por Adam Smith y siguiendo por Condorcet, han defendido la instrucción pública como una herramienta del Estado liberal destinada a la promoción social, es decir, a que sea la selección basada en el mérito y no en el dinero la que determine las oportunidades de futuro de cada alumno. Se trataría, por tanto, de un instrumento que pretende elevar el nivel cultural de la población, transmitiendo las herramientas que permitan a cada ciudadano ser libre y autónomo (leer, escribir, hacer operaciones matemáticas básicas...) y servir como "ascensor social", haciendo que la cultura y la instrucción lleguen a toda España. Esta instrucción debería preparar "maestrías" o enseñanzas técnicas en algunos casos y ofrecer vías más académicas en otros, de tal forma que resulte útil a toda la población y permita una auténtica igualdad de oportunidades en toda la Nación, se nazca donde se nazca y con independencia de los medios económicos.

Finalmente, los liberales que creemos en España como Nación liberal, como espacio de igualdad y libertades ciudadanas por encima de etnias, religiones y nacionalidades, debemos defender la utilidad de la Instrucción pública nacional para garantizar la continuidad histórica de España y que la enseñanza de nuestra lengua y nuestra cultura llegue a todos, frente a los delirios nacionalistas que no hacen sino minar la igualdad de oportunidades.

Anónimo dijo...

Una sociedad entregada con cotidiano fervor a las enseñanzas de Belén Esteban y que, al tiempo, se precia de haber promovido a las más altas dignidades civiles a la señorita Pajín, no puede lamentarse de su sistema educativo: quizá tenga el que se merece. Con semejantes modelos –y mil más de idéntico jaez– señalando a sus adolescentes el recto camino hacia éxito social, ¿cómo persuadir a nadie de que el esfuerzo, el estudio, la seriedad, el rigor o la autoexigencia suponen requisitos imprescindibles con tal de enfrentarse a la vida?

En idéntico orden de impotencias, convendría recordar que esa voz, autoridad, se presta a la polisemia. Tanto apela al poder que ejerce el mando como denota el prestigio que se reconoce a una persona por su calidad o competencia en alguna materia. Y de ambos significados, no sólo del primero, ha sido desposeída cuando se aplica a maestros y profesores. Un expolio semántico que muchos de ellos, demasiados, aceptaron de grado en su día. Porque tampoco los profesores son inocentes. No todos, ni siquiera la mayoría. Tristes víctimas de sí mismos, fueron ellos, los parias de la clase, quienes predicaron con demencial entusiasmo la buena nueva sesentayochista de que la misión primera de la escuela ya no consistiría en transmitir el saber, pertinaz error en el que la Humanidad había abundado a lo largo de los últimos veinte siglos.

Anónimo dijo...

Las universidades españolas se están convirtiendo en una cosa bien rara. En ellas, como el famoso Consejo de Estado del general Franco que se reunía de vez en cuando para escuchar lo que tenía que mandar el aconsejado, hay unos aprendices, los alumnos, que se reúnen de vez en cuando para propinar lecciones magistrales a los conferenciantes, con mayor o menor cantidad de insultos y esputos según se adapten más o menos a sus camisetas del "Che". Los universitarios organizados no tratan de aprender nada ni siquiera de los suyos, de sus admirados dictadores, porque no están allí para captar experiencias ajenas, sino para transmitir la ausencia de las suyas.

Administran recetas para arreglar el mundo en dos pancartas cuando aún no han empezado en él más que oteándolo por el culo del botellón. Como no hay nada que deban conocer del universo exterior no sea que incurran en desviacionismo, reciben a los dignatarios como si fueran meritorios, sabiendo que éstos se arrastran ante ellos para conseguir la mejor coartada para cualquiera que desee perpetuarse en el poder: el título de amigo del "idealismo universitario", y si puede ser con una muceta de "honoris causa", mejor.

Las muy curiosas universidades españolas son espacios de formación, sí: pero no para los oyentes, sino para los parlantes, no para los que deben recibir conocimientos, sino para los que pretenden transmitirlos, porque éstos se reeducan forzosamente en un rato al comprobar cómo los universitarios los reciben con amenazas, dianas con sus caras y gargajos, si no son comunistas o al menos asesinos de masas, o con balotadas, zalemas y cucamonas, si es que aproximadamente lo son. Así la Complutense. Que, como todos los demás ciclos superiores españoles, no está entre las primeros doscientos del mundo, quizás porque en las primeras doscientas universidades del mundo hacen algo inaudito, inconcebible, insultante aquí: que los que tengan algo definitivo que decir sean los que han ido efectivamente a decirlo, no los que estaban matriculados para apuntarlo.

Recibían en la Complutense al presidente boliviano Evo Morales y a su famosa "chompa", que parece que esta vez no era acrílica, sino de pura lana de llama andina, para desilusión, me imagino, de los que al llegar éste al poder vieron la salvación del cosmos en esta estética de liquidación de mercadillo. Las células universitarias de la ciencia infusa no estaban allí, tampoco en este caso, para escuchar a nada ni a nadie, porque como ha quedado acreditado por las autoridades ya lo saben todo: el que había ido a transmitir su cosmovisión, por muy Evo Morales que se llamara y mucha satisfactoria satrapía que aplicara en su país, era quien debía recibir algo. Ésta vez no agresiones, contra la costumbre. Sólo pasamanería por el lomo, belfos rendidos de babas y el certificado extendido por los delegados de clase y los activistas de los sindicatos claustrales de que Evo se adapta al dedillo al dogma político de la universidad española, transmitido de generación en generación de pipas para "hash".
Fue la escenificación de que el indio bueno progresa adecuadamente. De que, consentidos matasietes al fin, los zangolotinos miembros de la postguardería española le conceden su máxima distinción: perdonarle, no sólo ideológicamente, la vida.

Anónimo dijo...

Recuerdo una anécdota personal de hace años. Después de presentar a mis alumnos de Ética un estudio de la Fundación Santa María sobre los valores predominantes entre la juventud, les pregunté si estaban de acuerdo con el informe y les pedí que me dieran su opinión. La gran mayoría de la clase me informó de que lo que les ilusionaba eran las noches de juerga de los viernes –algunos empezaban el jueves– y los sábados. "¿Y el resto de la semana?", les pregunté. "¿El resto? Nos aburrimos", contestaron con una alegre despreocupación.

Lo que le pasa a nuestra juventud es que se aburre. Se aburre, en efecto, porque vive –vivimos– en una sociedad aburrida. Probablemente la palabra aburrimiento sea demasiado benevolente; deberíamos más bien hablar de tedio para describir el estado interior de buena parte de nuestra juventud y, también hay que decirlo, de muchos adultos.

En efecto, vivimos instalados en el tedio. Pero ¿cómo es posible vivir aburridos en una sociedad en la que se nos vende la diversión como modo de vida, de auténtica vida, frente al trabajo y el estudio?

La palabra española diversión procede de la latina de-vertere, que significa "enderezar hacia otro lado la propia atención"; quien se divierte orienta su atención –su inteligencia, su voluntad y sus sentimientos– en una dirección distinta de la prevista. El hombre divertido distrae su atención hacia un punto distinto del punto central.

Digo esto porque, ante tanta reflexión sociológica, psicológica, pedagógica, política y escatológica, no estaría mal leer a Blaise Pascal. En su libro Pensamientos dedica unas reflexiones sobre lo que llama "el divertimento" (divertissement). Les invito a que lean especialmente el pensamiento número 136. Transcribo algunas líneas sueltas:

El único bien de los hombres consiste, pues, en estar divertidos, en no pensar en su condición, bien por una ocupación que les aparte de ello, bien por cualquier pasión agradable y nueva que les entretenga, bien por el juego, la caza, cualquier espectáculo atractivo, y, en fin, por lo que se llama divertimento.

De ahí viene que el juego y la conversación de las mujeres, la guerra, los grandes empleos, estén tan solicitados. Esto no significa que haya ahí felicidad, ni que uno se imagine que la verdadera dicha sea tener el dinero que se pueda ganar en el juego (...) No es este uso suave y apacible y que nos deja pensar en nuestra desgraciada condición lo que se busca (...), sino el ajetreo que nos impide pensar en ello y nos divierte. Razón por la que se ama más a la caza que la presa.

Anónimo dijo...

En el pensamiento 139 Pascal remacha escribiendo:

¡Qué vacío y lleno de basura está el corazón del hombre!

La sugerencia de Pascal es extremadamente interesante. La diversión es el modo que tenemos para evitar el esfuerzo y el dolor de saber quiénes somos, qué queremos, qué significado damos a nuestra existencia, qué proyectos deseamos realizar. La diversión, en ese sentido, des-orienta de lo principal de toda vida humana, que es afrontar la pregunta sobre el significado de la existencia. El tedio es ese estado difuso, pero cada vez más denso, inefable y palpable a la vez, en el que el individuo divertido se va sumergiendo imperceptiblemente. No es cierto, pues, que diversión y aburrimiento se contrapongan en nuestras sociedades. Nuestros jóvenes –y nosotros con ellos– estamos profundamente aburridos, porque estamos constantemente divirtiéndonos. Vivimos en una sociedad aburridísima, porque es divertidísima. Necesitamos un tratado sobre el tedio.

Mucho me temo que el botellón y otras manifestaciones degeneradas de nuestra juventud no se arreglan con consejos paternalistas o con buenas intenciones. No seré yo quien relativice la importancia de la educación en las familias o en las escuelas, pero el problema es más hondo.

En el número 81 de Fides et Ratio, Juan Pablo II reconocía: "Uno de los elementos más importantes de nuestra condición actual es la crisis de sentido". Líneas después añadía: "Muchos se preguntan si todavía tiene sentido planearse la cuestión del sentido". Esta sociedad está en profunda crisis, porque hay una crisis de sentido. Los jóvenes, sin saberlo, expresan a su modo esta crisis mediante la diversión. La diversión es la manera habitual, entre jóvenes y adultos, de zafarse de la pregunta por el sentido. Es una crisis generalizada, que involucra a ricos y pobres, a hombres y mujeres, a jóvenes y adultos. El verdadero fracaso educativo no está en el número de alumnos que no obtienen el título de la ESO o en la ineficacia (lógica) de la paparrucha de la educación en valores; está en que los jóvenes viven desamparados ante una sociedad que, como escribía Pascal, les llena el corazón de vacío y de basura.

Y a pesar de todo hay esperanza. No está en la política ni en la pedagogía. Está en Dios. Con celebérrimas palabras de San Agustín:

Nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto mientras no descansa en ti.

Anónimo dijo...

Para corroborar el aserto no hace falta más que repasar el Manifiesto comunista, escrito por Marx y Engels en 1848. Consta de cinco capítulos, pero la columna vertebral se encuentra en el tercero, donde los autores enumeran diez puntos para producir el colapso del sistema que ellos denominaron "capitalista".

Veamos estos puntos esbozados en términos modernos y puestos en el contexto de otros trabajos de los mencionados autores:

1) Puesta en marcha de una reforma agraria. No necesariamente habría que proceder a la confiscación directa, también se podría llegar a ella mediante la imposición de determinados gravámenes.

2) Introducción de impuestos progresivos.

3) Supresión de la herencia. Bien mediante su abolición, bien mediante la aplicación de políticas fiscales ad hoc.

4) Confiscación de la propiedad de emigrados y rebeldes.

5) Centralización del crédito en manos del Estado por medio de un Banco Nacional (léase banca central) con monopolio exclusivo sobre la emisión de moneda.

6) Estatización de los medios de comunicación y transporte.

7) Planificación estatal del agro y las industrias.

8) Organización de ejércitos industriales (léase sindicatos) sobre la base de afiliación y aportes coactivos.

9) Reiteración de la intervención estatal en las actividades económicas.

10) Educación universal pública y gratuita.

Salvo el cuarto punto, todos los demás rigen en todos los países del llamado "mundo libre". Es decir, se adoptan las recetas del Manifiesto comunista en nombre del anti-comunismo. ¡Vaya paradoja singular! De este modo es muy difícil combatir a lo que se dice es el enemigo de la sociedad abierta. ¡Vaya torpeza mayúscula!

En ese mismo tercer capítulo, Marx y Engels avanzan cuál será el objetivo final, una vez ablandadas las defensas de la libertad y superadas las vallas correspondientes. "Pueden sin duda los comunistas resumir toda su teoría en esta sola expresión: abolición de la propiedad privada".

Es de gran importancia resaltar que, independientemente de las atrocidades cometidas por todos los regímenes comunistas en punto a torturas y matanzas para fabricar "el hombre nuevo", el sistema comunista es técnicamente inviable, tal como han explicado numerosos autores. Si no hay propiedad privada, no hay precios, ergo no hay posibilidad de contabilidad, evaluación de proyectos o cálculo económico. Por tanto, no existen guías para asignar eficientemente los siempre escasos recursos y, consecuentemente, no es posible conocer en qué grado se consume capital.

Como también se ha señalado en repetidas ocasiones, no es cuestión de falta de información, ni de que se dote a los ordenadores de memorias más amplias: es que, sencillamente, la información no está disponible antes de la correspondiente acción en el mercado; ni siquiera para el propio actor, cuya intervención en el mismo influirá en sus prioridades.

A todo ello hay que sumar el historicismo, inherente al marxismo, lo cual no deja de representar una contradicción: si las cosas tienen que suceder, necesariamente, entonces no hay necesidad alguna de ayudarlas a existir con revoluciones de ninguna especie.

También es problemático el materialismo dialéctico, que sostiene que todas las ideas derivan de estructuras puramente materiales en procesos hegelianos de tesis, antítesis y síntesis: entonces, no tiene sentido elaborar ideas como las sustentadas por el marxismo, o por cualquier otra tradición, puesto que no serían ellas las iniciadoras del cambio. En el primer tomo de El Capital, Marx escribe:

¿Son los hombres libres para elegir ésta o aquella forma de sociedad? Bajo ningún concepto (...) Las mismas personas que establecen las relaciones sociales en conformidad con la productividad material producen principios, ideas y categorías como consecuencia de esas relaciones sociales (...) Así se explica que la formación de las ideas deriva de las prácticas materiales.

Anónimo dijo...

Esta dialéctica hegeliana modificada pretende dar sustento al proceso de lucha de clases. Fue en este contexto que Marx fundó su teoría del polilogismo, por la que la clase burguesa tendría una estructura lógica diferente de la de la proletaria; aunque nunca explicó en qué consisten esas ilaciones lógicas distintas, ni cómo se modificaban cuando un proletario se ganaba la lotería o un burgués se arruinaba.

Reparemos ahora en los tres pronósticos más sonados de Marx:

1) La revolución comunista se originaría en el núcleo de los países con mayor desarrollo capitalista.

En cambio, tuvo lugar en la Rusia zarista.

2) La propiedad estaría cada vez más concentrada en pocas manos.

En cambio, las sociedades con el capital dividido en acciones produjeron una dispersión colosal de la propiedad.

3) Las revoluciones comunistas emergerían de las familias obreras.

Pero todas fueron concebidas por intelectuales burgueses.

En este apretado resumen periodístico, cabe mencionar también que la visión distorsionada de Marx respecto a la teoría del valor-trabajo dio lugar a la noción de plusvalía. Así, sostenía que el trabajo genera valor, sin percatarse de que las cosas son producidas, o trabajadas, porque se les asigna un valor: el mero esfuerzo no les aporta ninguno.

Aunque Marx y sus seguidores se concentran más en la crítica del capitalismo que en describir cómo funcionaría su sistema (aunque, paradójicamente, en el documento referido se hacen algunas descripciones ensalzatorias de aquél), esos enfoques condujeron a una versión altamente deformada de las relaciones laborales, en la que se pasa por alto el hecho central de que los salarios dependen exclusivamente de las tasas de capitalización vigentes, y que el capital prefiere los lugares donde más se respeta la propiedad.

Hay todavía tilingos de la más baja estofa que sostienen que el comunismo es un imposible después de la caída del Muro de Berlín; como si el desmoronamiento de una pared que simbolizaba el fracaso de un sistema fuera un hecho que obligara a abandonar ciertas ideas para siempre. La historia está plagada de muertes y resurrecciones. Estos distraídos no caen en la cuenta de que aplican un marxismo al revés al pretender la inexorabilidad del abandono del totalitarismo.

Pues no: les sugiero que miren en derredor y presten atención a la literatura y los discursos que se publican; quizá entonces se percaten de la renovada fuerza del espíritu colectivista en sus diversas variantes (desde ciertos movimientos ecologistas al comunitarismo y el socialismo del siglo XXI), que buscan minar o llegado el caso eliminar la institución de la propiedad privada.

Anónimo dijo...

Los términos "economía sostenible" y "sociedad del conocimiento" son los comodines que emplea constantemente Zapatero para tratar de vender a la ciudadanía que la intervención del Estado es, no sólo necesaria, sino fundamental para el desarrollo del país. Bajo esta premisa, el Gobierno prepara su particular Ley Verde, con el fin de modificar el actual modelo productivo.

Con este proyecto, el presiente del Ejecutivo pretende, una vez más, vender humo, sólo que a precio de oro. La nueva Ley de Economía Sostenible, más allá de escandalosa improvisación, restaura el dirigismo estatal en la inversión exterior, propio del régimen franquista, e impulsa a golpe de decreto el modelo energético más caro e ineficiente que existe en la actualidad (energías renovables).

Su coste estimado: 20.000 millones de euros. Un dinero que saldrá del bolsillo de los contribuyentes, ya que el proyecto abre la puerta a la creación de nuevos impuestos verdes para poder financiar tal despilfarro de recursos públicos.

No es algo nuevo. Hoy es la "economía sostenible" –más bien, insostenible–, ayer fue la "innovación y el desarrollo" mediante las políticas de I+D+i. En 2005, apenas un año después de llegar a La Moncloa, Zapatero también anunció a bombo y platillo un ambicioso plan de inversión pública para fomentar la innovación, dotado con 2.800 millones de euros. El objetivo entonces era situar a la "sociedad del conocimiento" como eje vertebrador de la nueva estructura económica.

Cuatro años después, los resultados no pueden ser más claros. Según el Indicador sobre Innovación, que elabora la Comisión Europea, España ha perdido peso en innovación tecnológica durante la pasada legislatura. En concreto, bajó un puesto en el ranking tecnológico mundial en 2007. España con 0,31 puntos apenas supera a países de la talla de Malta (0,29), Lituania (0,27) o Hungría (0,26), y se coloca justo por detrás de Chipre, cuyo indicador tecnológico alcanza el 0,33. De este modo, España se aleja de la media comunitaria en materia de innovación, con 0,45 puntos en 2007.

Muchos pensarán que el esfuerzo inversor del Gobierno ha sido insuficiente en esta materia, pero los datos muestran una realidad distinta. El gasto público de España en innovación no es muy inferior a la media de la UE: 0,51 puntos frente a 0,65, respectivamente.

La clave reside en la falta de inversión privada. Es aquí donde las diferencias, simplemente, se disparan: 0,61 frente a 1,17 puntos de media europea; gasto empresarial en innovación (0,94 frente a 2,15); empleo en servicios de alta tecnología: (2,68 frente a 3,26 de la UE); exportación de productos tecnológicos (4,7 frente a 16,7); número de patentes en la UE (30,6 frente a una media europea de 128 por millón de habitantes); número de patentes en EEUU (6,5 frente a 52,2 por millón).

Anónimo dijo...

Es decir, hoy por hoy, España no es un país atractivo para que el capital privado invierta en I+D. Y es que, a diferencia de lo que piensa Zapatero, son las empresas, no el Estado, las impulsoras de la innovación para mejorar sus productos, incrementar sus ventas y lograr beneficios. Véase, por ejemplo, el caso de Microsoft que, pese a la crisis económica, recluta a cientos de universitarios cada año para mejorar su capital humano. ¿Sueldo? Hasta 6.000 dólares al mes, siendo simples becarios. Por el contrario, el único incentivo del Gobierno en esta materia consiste en vender su proyecto a la opinión pública para ganar votos.

Lo privado y lo público siguen estrategias distintas, ya que responden a intereses opuestos. No obstante, apenas cuatro años después, Zapatero está dispuesto a recortar el presupuesto del Ministerio de Ciencia e Innovación ante la necesidad de reducir el déficit público que él mismo ha generado. Por desgracia, ya tiene en mente un nuevo proyecto, el de la "economía sostenible", mucho más costoso que el de I+D, para tratar de engañar al electorado con falsas promesas.

La inversión en innovación y desarrollo, factor clave para la productividad de un país, no crece a base de gasto público, sino generando las condiciones idóneas para atraer capital privado (inversiones), multinacionales (empresas) y talento (recursos humanos de alta cualificación). En realidad, no es tan difícil. Tan sólo es necesario sustituir las ingentes subvenciones públicas que se malgastan en proyectos inútiles (léase con atención este ejemplo) por la reducción de trabas, impuestos y burocracia. Es cuestión de dar facilidades a la iniciativa privada, cuantas más mejor.
Curiosamente, el Gobierno socialista ha hecho justo lo opuesto. Y es que, la nueva Ley del Medicamento que aprobó en 2006 la actual ministra de Economía –entonces responsable de Sanidad–, Elena salgado, asestó un duro golpe al sector farmacéutico nacional, líder de I+D en España. Debido a esa norma, las empresas dejaron de invertir 1.500 millones de euros en I+D hasta 2010. Dentro de cuatro años, quizá menos, hablaremos del rotundo fracaso de la nueva Ley Verde.

Anónimo dijo...

La LOGSE fue –es, porque sigue viva, empeorada y se llama LOE– seguramente la mayor desgracia de cuantas la gobernación socialista trajo a España. Ni la corrupción, el nepotismo, los sellos de Roldán, la toma funcionarial del Estado, el GAL o el inicio de la ruptura sentimental de España, con ser asuntos gravísimos, pueden compararse con las consecuencias que el conjunto de leyes educativas producidas por los gobiernos del PSOE desde su llegada al poder, en 1982 (y de las que la Ley de Ordenación General del Sistema Educativo constituyó la pieza maestra), han supuesto y supondrán para el futuro de los españoles.

En esta tragedia bufa, en esta opereta de tenores huecos (Maravall, Solana, Marchesi...) y malvados de película de serie B (Rubalcaba) que ha sido y sigue siendo la enseñanza socialista, se dio entonces una alianza histórica, una confluencia de intereses y rencores largamente incubados: algunos docentes de cuerpos inferiores que aspiraban, desde los llamados MRP (Movimientos de Renovación Pedagógica), a ascender y adueñarse de los centros de Bachillerato sin hacer méritos para ello (y desde luego no estoy hablando de aquellos viejos y extraordinarios maestros nacionales, los primeros con los que acabaron); sindicalistas que se liberaban y autopromocionaban sirviendo a los anteriores; profesores de universidad que buscaban el blindaje del acceso a unas plazas cooptadas; pedagogos y psicólogos que, desde la esencial inutilidad de sus falsas ciencias y sus cátedras sobrevenidas, necesitaban justificar y extender su concepción tecnocrática de la vida y la enseñanza y hacerse con el poder educativo; y, en fin, unos políticos que, no sabiendo muy bien qué hacer, necesitaban agitar banderas de enganche que encubrieran su entrega no al liberalismo, sino a su perversión, a su antítesis, el pelotazo solchaguesco –¡horror en el hipermercado, terror en los ultramarinos!–, con el que no podían presentarse ante unas clientelas que les exigían el "cambio, cambio, cambio". Es decir, y ya entonces, ese doble juego de demagogias neorrevoaccionarias con el que siguen engatusando a España.

La argamasa de toda esta coyunda de intereses y resentimiento fue el odio a la instrucción, a la cultura, al mérito. Es decir, con precisión, a todo aquello que les impedía el medro y que, además, en su ignorancia, presentaban como representativo del orden burgués, de la injusticia social, sobre la que unas clases habían levantado una tradición de saberes y estéticas decadentes, rémora para la nueva sociedad que ellos estaban destinados a construir de la mano de la Historia.

De todos los intervinientes en este monumento a la psicotontería destacaremos la alianza entre el PSOE y las pedagogías constructivistas, que, unidas a la comprensividad y el igualitarismo (un solo camino para todos), ya habían arrasado grandes naciones, pero que aquí, en el país de los "frutos tardíos", venían sostenidas por unos nuevos brujos, los pedagogos y los psicólogos evolutivos, cuya necia jerga impenetrable les hacía inmunes a la razón y la inteligencia. Y un país que creía estar necesitado de exorcismos en todos los órdenes de la vida cayó fascinado a los pies de ideas probadamente fracasadas, de la cretinización general, modernísima, que traían de la mano.

Anónimo dijo...

Lo destruyeron todo: un sistema educativo bastante bueno, que, sobre todo, aún estaba presidido por el sorprendente principio de que para aprender es imprescindible estudiar. Y lo sustituyeron por la nada, por la equitativa nada para todos, por el ataque a la excelencia, el trabajo, el saber, entre los alumnos y entre los profesores, hasta la desmovilización y el envilecimiento. Si la cultura selecciona, si es producto de una élite, si sólo la hacen los mejores, si éstos no son sino un resultado "de clase", acabemos con ella. Si las diferencias están causadas por las condiciones sociales, si son las relaciones de producción las que nos determinan, si nada es posible en medio de la injusticia liberal-capitalista, eliminemos, con la ley en la mano, las diferencias: la educación ya no consistirá en obtener lo mejor de los hombres, en creer que la belleza y el conocimiento los llevarán a la plenitud, sino en que todos lleguen al mismo sitio, aunque para ello haya que bajar hasta el cero. O a "menos que cero", como en la novela que nos reveló a Easton Ellis, donde el aburrimiento de quienes ya no tenían nada por lo que luchar conducía al encanallamiento y a la violencia. Y a eso lo llamaron la equidad, mientras ellos se dedicaban a forrarse y a llevar, como ahora, sus retoños a los mejores colegios de pago.

Así pues, cuando los humildes acababan de generalizar su incorporación a la Enseñanza Media –a aquella que nos proporcionaba la cultura general que ningún otro nivel educativo aporta (porque la universidad especializa) y, sobre todo, la curiosidad y el poso que nos permiten disfrutar de cuanto la vida nos ofrece luego–, lo que se les daba como menú era basura, enseñanza-basura, cultura-basura. Esto era lo que la izquierda, que decía venir a redimir a los desheredados, traía como regalo para ellos, para aquellos que sólo a través de la enseñanza podían acceder a los privilegios y los placeres construidos por los hombres durante milenios: la ciencia, las lenguas, el arte, la literatura... Y esa es la LOGSE como metáfora de una ideología que, a lo largo de sus múltiples experiencias, no ha hecho sino arrasar y dañar irreparablemente todo aquello que se ha cruzado en el camino de sus iluminaciones mesiánicas.

Aquí es donde El legado de la LOGSE, de Francisco López Rupérez, catedrático de Física con una larguísima experiencia en la administración educativa y la cooperación internacional, cobra toda su trascendencia. La apabullante aportación de datos que encierra, finamente hilados, clarísimamente expuestos, en español, con cuadros sinópticos, tablas estadísticas y esquemas transparentes, la convierten en la obra de referencia cada vez que necesitemos argumentos para rebatir las peregrinas justificaciones de una izquierda dogmática hasta el aburrimiento; cada vez que queramos no sólo señalar a este rey desnudo de la educación socialista, sino mostrar sus vísceras, sus últimos entresijos demagógicos, iluminados por la verdad inapelable del estudio de López Rupérez.

Anónimo dijo...

Bastará con algunos ejemplos. Frente a las excusas de una izquierda que siempre aduce la falta de inversión educativa del Gobierno del Partido Popular como causa del fracaso de la LOGSE, lo que López Rupérez nos muestra es que no hay una relación directa entre PIB, gasto en educación y resultados. Que el caso de Castilla-León prueba que una cultura del esfuerzo personal y la fe en la promoción social a través de la enseñanza, como valores familiares y sociales, son más importantes que las inversiones de autonomías mucho más ricas. Que con la LOGSE se ha producido un desastroso aumento de las tasas de abandono en la enseñanza secundaria, esencialmente, claro, entre los hijos de los trabajadores, lo que nos deja en situación de gravísima inferioridad para competir con las naciones emergentes. Y, sobre todo, que ello, que la falsa igualdad de aburrir a todos, es precisamente la que produce ese aumento de los abandonos y el perjuicio irreparable a los desfavorecidos.

Es decir, y casi como argumento central de este imprescindible El legado de la LOGSE, que es la falta de exigencia del sistema lo que condena a quienes no gozan de otra posibilidad que la enseñanza pública para "compensar las desigualdades sociales" –la frase favorita de los pedabobos de izquierdas– a la injusticia más sangrante de todas: la de la perpetuación de su ignorancia. Que son el rigor, la calidad, los que producen equidad, los que igualan; mientras que el igualitarismo lo único que propicia es, como tantas experiencias históricas nos han enseñado, la desigualdad. "La verdad pura, sin velo", que decía Fray Luis. Quizás por eso ya no se estudia a Fray Luis. En fin, el legado de la LOGSE.