11 septiembre, 2009

DOS TARDES

El exministro Jordi Sevilla ha dicho que se marcha después de su gran trabajo como Ministro y Diputado, y hay que darle las gracias, por esas dos tarde que dedicó a dar clases de economía a Zapatero, y que por los resultados, debieron ser de matricula de honor.

Hace un par de días José Luis Rodríguez Zapatero demostró en el hemiciclo que está aquí para gobernar España y a todos los españoles por igual, sin distinción de clases o castas, y hacer que este país este al lado, como se merece, de las mejores potencias económicas –sin oler ningún trasero-, ya que por capacidad social, por aportación a la historia –excepto fascismos y reyezuelos déspotas-, por ambición de progreso y solidaridad de la mayoría de sus ciudadanos,… tiene reservado un puesto entre los mejores, y especialmente, cuando ha demostrado en un corto periodo de tiempo –la mayor parte gobernando socialistas-, que si no ha ocupado siempre este sitio, no ha sido por falta de cualidades, sino por los impresentables que han gobernado para minorías de vividores prepotentes, manteniendo al resto de la población en el vasallaje.

Zapatero ha abierto el curso político explicando a los ciudadanos cada una de las medidas que el gobierno ha puesto en práctica, -su aplicación y resultados-, para contrarrestar esta crisis de avariciosos liberales-neocons. Ha expuesto las líneas de la nueva Ley de Economía Sostenible que buscará un modelo más estable y de mejor futuro, y el próximo Decreto Ley, que permitirá a los municipios disponer de un fondo de 5.000 millones de euros a partir de 2010 para realizar proyectos del nuevo modelo, y otro de 20.000 millones de euros para canalizar la financiación al sector privado en proyectos innovadores de inversión. También ha avanzado que la Ley de Presupuestos 2010 será instrumento para la reactivación económica, siendo los más austeros de los últimos años, al reducir el gasto medio de los ministerios un 6%, lo que supone un recorte de 2.500 millones respecto a 2009 -sin pérdida de servicios sociales-.

El Presidente ha defendido, como nadie, la gestión económica de sus Gobiernos ante la crisis global, desde las primeras medidas en el 2004, cambiando la ley del suelo que trajo la especulación urbanística, inversiones en energías limpias y renovables con el objetivo del 20% de energía verde en 2020, la reforma en adecuación y formación profesional con un nuevo modelo educativo –que ya da brotes verdes-; hasta alguna de las últimas, como el Plan E que tan buenos resultados esta dando para más de 450.000 ciudadanos y sus familias, y casi 15.000 empresas que subsisten mientras pasa lo más duro de la crisis, o las ayudas y avales al sistema financiero con Fondos de Adquisición de Activos Financieros (FAAF), que van a generar a las arcas del Tesoro Público 1500 millones extras.

Rajoy y el PP siguen sin desgranar sus propuestas económicas por impopulares y clasistas, y no deja de sonreír al ver la lógica pérdida de competitividad como consecuencia de los efectos devastadores de la crisis, paro y pérdida de tejido empresarial. Siguen criticando la subida de impuestos para las rentas altas –sus clases medias de 50.000- y exigiendo su austeridad –recortes sociales-, sin soltar dato a los españoles –Duran i Lleida a los catalanes- de que buscan reducir el estado del bienestar, servicios sociales, carreteras, AVE, becas, pensiones y salarios mínimos. Zapatero les ha echado en cara su demagogia y cobardía al abogar por no subir impuestos y callarse de donde recontarían. El caso es, que ha instando a Rajoy a una próxima reunión, pero le ha dicho que antes tenga una sentada previa con algunos alcaldes del PP, como Alberto Ruiz-Gallardón o con Gobiernos Autonómicos, como el de la Comunidad Valenciana, para ver qué han hecho con los impuestos y qué deuda tienen, que están entre las más altas de España.
De cualquier forma el bueno de Mariano y su PP, han tenido que aguantar como la agencia de calificación crediticia, Moody's no prevé rebajar el rating de la deuda pública a España y a los países con máxima nota crediticia -Aaa-, destacando, que nuestro país ha demostrado ser más resistente de lo previsto, abandonando la categoría de vulnerable en la que entró el pasado febrero, sin esperar rebajas en un futuro próximo.

Zapatero va a pedir un esfuerzo solidario a esos españoles a los que la crisis no ha afectado en mayor cuantía, con una subida moderada de la presión fiscal, a través de los presupuestos de 2010, y sin modificar la fiscalidad de las rentas de trabajo, la cual estará en torno al 1.5% -los 15.000 € que le sumaron a Rajoy-, aunque habrá ajustes fiscales a la baja y al alza. A pesar de esta subida de la presión fiscal, España seguirá estando por debajo de los niveles que tenía antes de la llegada socialista en 2004, que rondaba el 34,5%, después de que Aznar la subiera –casi un 2%-, siendo rebajada por Zapatero al 32,7%. De cualquier forma, seguirá siendo una de las grandes economías mundiales con menor presión fiscal, alejada de 38% y 39% de Francia y Alemania, del 41% de la EU o del 45% de los países escandinavos –a los que envidiamos por su calidad de vida-.

Y por supuesto: “Hablaremos de las SICAV y de las grandes fortunas”

Hay que ver lo que dan de sí dos tardes

23 comentarios:

Anónimo dijo...

jajajajajajajaja ésta sí que es buena, matrícula de honor Zapatero... el que dijo que el euríbor lo fijaba el Banco Central Europeo... esto es de traca.

Y sí, Jordi Sevilla se ha ido, como hace poco se marchó César Antonio Molina, porque ya no hay quien se trague las milongas de ZP y Miss Brotes Verdes y el resto de la panda de embusteros profesionales que vive a costa del dinero de los demás asfixiando a los ciudadanos mientras hunden al país en la miseria.

Y eso de que ZP no huele ningún trasero... noooo, ¡qué va! por eso se baja los pantalones ante la presencia de su amigo Huguito en cuanto éste pisa España, y por eso ahora quiere aumentar el contigente en Afganistán, el demagogo del "no a la guerra" haciendo méritos ante el descafeinado de la Casa Blanca, ¡manda huevos! Y algunos dicen que no huele traseros, no, ZP directamente los lame que debe de resultarle más eficaz...

Desde luego, el alud de elogios y piropos hacia el incompetente de ZP que va a conseguir el récord de parados es propio de un fanático enfervorizado que ya hubiera querido para sí Adolf Hitler en el II Reich... qué poca vergüenza, qué falta de rigor, y qué manera más descarada de hacer la pelota a un nefasto gobernante como ZP. Un puesto entre los mejores, sí, a la diestra de los hermanos Castro y un poco detrás de Stalin, no te fastidia... ¡lo que hay que leer! ¿Éste va a ser el nuevo rezo y dogma de obligado aprendizaje para aprobar la doctrinaria y totalitaria Educación para la ciudadanía?

EL intervencionismo de este gobierno sí que implica un vasallaje para los ciudadanos a los que esquilma de forma miserable mientras les miente en la cara... qué vergüenzaaa!!!

Anónimo dijo...

ZP no ha explicado, se dedica a anunciar subidas de impuestos demagógicamente diciendo que sólo afectarán a los ricos, ya que después de vivir de las rentas de los gobiernos populares, el país vuelve a estar al borde de la quiebra como en la siniestra etapa felipista de infausto recuerdo.

Y mientras los socialistas se ponen las botas se dedican con ese afán recaudatorio a quitar más dinero al contribuyente para malgastarlo, dándoselo a sus amigos de Esquerra para que creen miniembajaditas o para despilfarrarlo en cartelones del ineficaz y proagandísticos Plan E.

En ZP todo son improvisaciones fruto de su irresponsabilidad, ineptitud y manifiesta incompetencia, como el subsidio que iba a dar, que luego tuvo que retrasar generando discriminaciones dependiendo del tiempo que uno lelve en paro y perjudicando a los que más tiempo llevan por culpa de un dogmático con prejuicios ideológicos que se niega a abordar una reforma laboral condenando a España a un estado de miseria untando a su vez a los sindicatos para que los liberados sindicales sigan cobrando por armar escándalo y no dar palo al agua en su trabajo mientras muchas familias apenas pueden llegar a fin de mes, con todos sus miembros en paro, y a los que ZP pretenden quitar más dinero si esa familia ha tenido la feliz idea de ahorrar, algo que los socialistas, tan anticapitalistas ellos cuando el dinero es ajeno, no pueden tolerar.

Y además de eso, se dedican a relatarnos panegíricos hagiográficos hilarantes como si se tratara de un eterno enamorado que nos canta las bondades de un necrófilo déspota, amigo de caudillo y tiranos totalitarios, de la izquierda populista o del islamofascismo integrista, que pasará a la historia como el peor presidente de la historia de España, el que superó las atrocidades, el crimen de Estado y el tráfico de influencias o el robo al Estado de la etapa felipista, para en dos legislaturas escasas pasar de negociar con los asesinos de la ETA creando antidemocráticos cordones sanitarios a llevar al país a la quiebra alcanzando cifras récords de parados y negándose a reforma nada por prejuicios ideológicos de un fanático de mente cerril rodeado de ignorantes y analfabetos funcionales al que abandonan hasta sus risibles "maestros" mientras los ágrafos que le quedan se dedican a reivindicar los gestos de las tiranías más siniestras del siglo pasado. Vergonzo, patético, execrable.

Anónimo dijo...

LA LITURGIA DE RODIEZMO forma parte sustancial de la era Zapatero. Cada año, el líder socialista da por inaugurado oficialmente el curso político asistiendo a la tradicional fiesta-mitin de la minería astur-leonesa que ha cumplido ya 30 años. Aunque el sector de la minería ya no es lo que era, el SOMA-UGT -con su carismático e incombustible Fernández Villa al frente- y el PSOE siguen manteniendo un ritual cuasi religioso en el que el credo es sustituido por los principios del sindicalismo obrero, los escapularios por pañuelos rojos, el oficiante por Alfonso Guerra y los cánticos de Misa por La Internacional. En este septiembre de 2009, en mitad de una crisis económica que golpea a España con más intensidad que al resto de Europa, el presidente del Gobierno encabezó un mitin en el que los oradores que le precedieron cargaron con inusitada dureza contra los empresarios españoles. Alfonso Guerra, que se presentó como el guardián de la esencia obrerista del PSOE, alertó de los peligros del «capitalismo salvaje», culpó a la clase empresarial de que en España se alargue la crisis debido a que «sólo piensan en repartir beneficios» y no invierten como los alemanes. Mucho más explícito en sus ataques fue el líder de UGT, Cándido Méndez, al acusar a los empresarios de considerar el «trabajo como una basura». Según él, echan a los trabajadores a la calle de la misma forma que se sacan «las bolsas de basura».

Anónimo dijo...

Estos excesos no tendrían mayor trascendencia si no fuera porque el presidente del Gobierno fue el encargado de cerrar el mitin y dejó muy claro que hace suyos los «valores y compromisos» de ese sindicalismo en su tarea de «gobernar España». Zapatero, que cumplió con la costumbre de anunciar un año más en Rodiezmo la subida de las pensiones mínimas, vuelve a echar mano así al recurso de las «políticas sociales» para hacer frente a la opinión -cada vez más extendida- de que el Gobierno carece de estrategia económica y va improvisando sobre la marcha. En una pirueta que revela un descaro ciertamente llamativo aun tratándose de Zapatero, el líder socialista reescribió la chapuza del decreto de los 420 euros presentando su rectificación como la quintaesencia de su política de diálogo. Asimismo, rechazó las acusaciones de improvisación asegurando que el Gobierno sabe a dónde va y está «todo el día explorando posibilidades para luchar contra la crisis». A juzgar por los resultados, este esfuerzo diario le cunde más bien poco, por no decir nada.

Con idéntico desparpajo, Zapatero minimizó el déficit público, que este año alcanzará el 10%, diciendo que «nuestro endeudamiento es bajo», y utilizó un eufemismo muy propio de su lenguaje para defender la subida de impuestos: «Vamos a pedir a algunos ciudadanos que contribuyan más para la protección social». El aumento de los impuestos fue muy aplaudido por los socialistas presentes, sobre todo por Alfonso Guerra. Lo único que le faltó a Zapatero para completar su inmersión en el más rancio sindicalismo obrero fue levantar el puño para entonar La Internacional. Cosa que sí hicieron la número tres del PSOE y la ministra de Igualdad, como se puede apreciar en la foto que llevamos a nuestra portada. Tanto Leire Pajín como Bibiana Aído son dos políticas jóvenes cuya única relación con el obrerismo son las leyendas que les hayan contado en sus casas. Por arcaico que pueda parecer, el partido que gobierna -con el decidido impulso de su líder- sigue instalado en una realidad que no existe. Y como toda religión tiene sus supersticiones, pretende que todos paguemos su onírica lucha de clases con más impuestos. El resultado será que cada vez habrá más despidos y menos empleo porque con esas premisas no se creará riqueza, sino ruina.

Anónimo dijo...

Zapatero contra Hesíodo

Joaquín Almunia, comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios de la Unión Europea, dijo recientemente: "Vuelvo a los clásicos, Adam Smith, Marx... y por supuesto a Keynes". ¿Por supuesto Keynes? Los políticos llevan ochenta años aplicando sus desastrosas políticas con grandes dosis marxistas. ¿Qué espera encontrar de nuevo? ¿Que el socialismo es el mayor fracaso de la historia? ¿Por qué no probamos algo nuevo?

Almunia y demás burócratas, lean algo que ha desaparecido de la memoria de la humanidad: que la libertad es fuente de prosperidad, justicia y riqueza. Les recomiendo Los Trabajos y los Días, del filósofo griego Hesíodo (S. VIII–VII a.J.C.). El primer libro de carácter liberal que nos ha llegado hasta ahora. En este opúsculo el autor lanza una serie de recomendaciones a su hermano Perses que se dedica a vivir de los demás y del propio Hesíodo, ya que pretendía quedarse con toda la herencia. Hesíodo le recomienda que viva de sí mismo. Trabaja y sé justo, porque si vives a costa del rendimiento del trabajo de los demás, sólo obtendrás miseria, enfrentamientos y te encontrarás con la perdición del hombre: "Sé justo para que el trabajo sea provechoso".

La obra de Hesíodo es tan actual como la crisis que sufrimos en España, y sin duda tiene más sentido común que Marx o Keynes. Hesíodo somos los ciudadanos, los currantes, las pymes, las grandes empresas, los autónomos, los comercios... Los que cada día trabajamos para llegar a final de mes y sólo contamos con el rendimiento de nuestro trabajo, nuestros ahorros y nuestras inversiones. Nadie tiene derecho a sacarnos a punta de pistola estos logros personales.

Anónimo dijo...

Perses, el hermano crápula y vago, el hedonista, el parásito son los políticos, los burócratas, los sindicatos, la patronal, los bancos centrales, los del Plan E. Son los lobbies económicos y sociales, los portavoces del pensamiento único y políticamente correcto que sólo subsisten y se enriquecen de las subvenciones. Los rentistas del Estado son incapaces de que su "trabajo sea productivo" y han de vivir del erario público sin dar palo al agua.

Ahora, que es cuando tendríamos que recordar que nuestro mayor baluarte es nuestro capital financiero, intelectual y laboral –el de cada persona– viene el Gobierno y le da un martillazo mortal. Quieren sacarnos más de mil euros por familia de media con subidas de impuestos, y sólo es el principio. Con el elevado gasto de Zapatero –un 12% de déficit esperado para 2010– el Gobierno lo tendrá que gravar todo y a todos. No le queda más remedio, no puede sacar el dinero de otra forma ni de otra parte, ya que es incapaz de producir algo útil como un empresario.

Zapatero prepara una ley de economía sostenible que sólo va a generar trabajos inservibles pues tendrán que financiarse con más impuestos. Eso significa distorsionar los incentivos del mercado, eliminando los proyectos que se demandan, los productivos, para irse a estos otros improductivos, pero más rentables debido a los grandes márgenes de las subvenciones. El beneficio se lo volverán a llevar unos pocos con el dinero de todos. El Gobierno dirige el mercado. Este fue el sistema que llevó a la URSS a su ruina, el de economía planificada, y nosotros lo volvemos a instaurar.

Anónimo dijo...

Reflexione cómo funcionan los sectores donde el Estado se ha involucrado. Por ejemplo, el gran grito del socialismo: "educación gratis". No es gratis, nos dedicamos a pagar la escuela (que no educación) de otras personas con un alto coste monetario y de formación. El resultado de tal proeza nos lo dio ayer la OCDE. En Estados Unidos, el porcentaje de alumnos que no pasa de la enseñanza obligatoria es sólo de un 12%. En España el fracaso es del 49%. Eso sí, el Gobierno quiere regalar a los chicos un portátil. Lo usarán para conectarse a Facebook y subir a YouTube los insultos y golpes que proporcionan a sus maestros.

En Estados Unidos Obama ha planteado una sanidad pública más extensa que los actuales Medicare y Medicaid. El rechazo de la población ha sido contundente. Son los adinerados de aquí que se van a Estados Unidos a operarse y no los estadounidenses los que vienen a España. Los datos desmienten el mito de que en Estados Unidos la gente está desamparada ante la sanidad. El libre mercado funciona, el Estado sólo genera colas y desesperación.

España tiene uno de los mercados laborales más proteccionistas de Europa y, en consecuencia, dobla la tasa de paro europea. La filosofía de vivir de las rentas de otro, como ya nos advirtió Hesíodo, sólo forja la miseria y enfrentamiento.
Las reformas que necesita España no pueden significar más Estado productor, ni planificador ni paternalista. Estamos a la cola de Europa por creer en estos anacronismos de ingeniería keynesiana. España necesita más responsabilidad individual, competitividad y que cada uno viva de su producción. España necesita más libre mercado. Las pruebas son patentes.

Anónimo dijo...

La afición de Zapatero por entrar a ciegas en todos y cada uno de los charcos políticos que encuentra en su camino es enorme. Será sumamente difícil encontrar a alguien que le iguale. Es incapaz de sortear esos charcos y, como niño travieso, pisa uno tras otro con verdadera fruición. Y cuando siente en sí mismo la desagradable salpicadura busca la manera de salir inmediatamente de la ciénaga. Pero carece de la habilidad precisa para salir airosamente de esa charca sin salpicar a cuantos le rodean.

Cuando, por su torpeza, ve que aún sigue chapoteando en el fango, improvisa un nuevo intento de salida con una frase, más o menos rimbombante, que no dice nada, pero que moviliza a todo un ejército de voceros que la repiten sin parar a diestro y siniestro. Cuando vea que la charca sigue bajo sus pies, nos sorprenderá con otra improvisación tan torpe como la anterior. Lo de Zapatero es eso, improvisar y elaborar pretendidas genialidades que no son más que vulgares ocurrencias.

Mientras la situación heredada se mantuvo boyante, no llamaban la atención sus hilarantes chuscadas. Cuando la falta de previsión y los alegres y excesivos gastos nos hunden en la ruina, aparece el auténtico Zapatero, el Zapatero de las frases huecas que no hace más que jugar al despiste.

Así llegamos al año 2007, ahogados por esas dos crisis, la financiera mundial y la nuestra propia que originaba más parados que todo el resto de Europa. Zapatero no lo duda y sale a la palestra con todo su optimismo, afirmando que no hay crisis. Que solamente se trata de una desaceleración económica. Frase que repetirían hasta la saciedad todos los miembros de la troupe socialista. Se han convertido, al igual que los tinglados mediáticos afines, en el eco de un presidente sobrepasado por los hechos.

Como la realidad es tozuda y la crisis seguía haciendo estragos, muchos responsables políticos pedían soluciones y medidas estructurales y eficaces que paliaran nuestros males económicos. La reacción de Zapatero no se hizo esperar. Y a la frase anterior de que no hay crisis, que se trata únicamente de una desaceleración económica, le pone una coletilla: solamente dicen que hay crisis los malos españoles, los del cuanto peor, mejor. Y de modo automático, todo el coro anterior hará suya inmediatamente esta coletilla. Hay que repetir a los cuatro vientos las ocurrencias del jefe.

Andando el tiempo, y como ya no es posible negar la crisis, Zapatero acuña una nueva frase: lo peor ya ha pasado, hemos tocado fondo y, aunque con dificultades, se auguran buenas perspectivas. Frase que resume la ministra de Economía, Elena Salgado, con aquello de los brotes verdes y que sus voceros repiten una y otra vez.

Ahora nos habla de la sostenibilidad de la economía, palabra que repiten sin descanso, como si fueran monos de imitación, todos sus adeptos y seguidores. Hasta, según dice, quiere promulgar la Ley de sostenibilidad económica. Y la economía no se sostiene a base de mantener un aumento descontrolado de la deuda pública, ni gastando a manos llenas lo que no se tiene. Para que la economía vaya bien, a lo que hay que atender no es a la sostenibilidad de la economía en sí, lo que hay que sostener es el crecimiento económico.

Pero Zapatero es así, inventa frases que resultan hueras y se irroga el derecho a desdecirse cuando se le antoje. Lo suyo son las trapacerías y los embelecos y así nos va.

Anónimo dijo...

Zapatero se ha convertido, por méritos propios, en el principal y más serio problema de la economía española, a pesar de la gravedad intrínseca del estallido de la burbuja inmobiliaria y la crisis financiera, la internacional y la propia. El presidente del Gobierno se ha ganado a pulso tan dudoso título honorífico no tanto porque no tiene ni idea de economía sino, lo que es peor, porque no quiere tenerla para que nada ni nadie se interponga en sus planes de ser el más socialista de entre los socialistas y dar a nuestro país toda una auténtica pasada por la izquierda. Resulta que, con la que está cayendo y con unos presupuestos públicos con más agujeros que un queso de gruyere, a ZP no se le ha ocurrido nada mejor que incrementar el gasto del Estado en el próximo ejercicio ni más ni menos que un tan sorprendente como escandaloso 15% (lo que le permitirá seguir interpretando ese personaje del Roosevelt español del siglo XXI que él mismo se ha creado). La cuestión es de dónde va a sacar el dinero.

Nuevamente, el Gobierno sustenta su fuerte expansión del gasto público en unas previsiones económicas que no se van a cumplir ni de lejos. Frente a la caída de la economía del 3,5% este año y una ligera recuperación el próximo, la OCDE, siempre muy prudente a la hora de decir estas cosas, estima que el desplome en este ejercicio superará con creces el 4% y que el próximo continuará la recesión porque, diga lo que diga la vicepresidenta económica, Elena Salgado, la crisis dista mucho de haber tocado fondo. Un diagnóstico este en el que coincide la OCDE con todos los análisis de coyuntura serios que se llevan a cabo en nuestro país. Por tanto, la actividad productiva, lejos de producir parte de esos ingresos que Zapatero quisiera conseguir para seguir financiando su política de populismo a golpe de ocurrencia, va a continuar reduciendo sus ingresos a las arcas del Estado, al tiempo que incrementará aún más los pagos con cargo a las mismas a través de las prestaciones por desempleo. Bajo otras circunstancias, esta situación podría ser manejable y, desde luego, permitir que en 2012 el déficit público se redujera hasta el 5% del PIB (como dice el Gobierno, siempre según sus cuentas de la lechera, que va a suceder). Lo malo es que el punto de partida es el de un agujero fiscal que se posicionará este año entorno al 10% del PIB. ¿Hasta dónde se va a disparar con los planes de gasto de Zapatero? Mejor no pensarlo porque a uno se le ponen los pelos como escarpias.

Anónimo dijo...

En este contexto, lo que tenían que haber hecho el Gobierno es meter drásticamente la tijera al gasto público y forzar a las autonomías y ayuntamientos a hacer lo mismo. Pero como eso implica tener que abandonar el terreno de la mal llamada política social, que beneficia a unos pocos a costa del empleo y el bienestar de todos los demás, Zapatero no quiere oír ni hablar del tema. Él pretende seguir despilfarrando en supuestos planes para impulsar la actividad económica y en más políticas sociales, cueste lo que cueste, que va a ser mucho. Con ello, y como pasa siempre en estos casos, lo único que va a conseguir, empero, es agravar y prolongar una crisis económica ya de por sí larga y profunda.

Zapatero debe de pensar que por ahí se ata a los perros con longanizas y que va a poder obtener en los mercados internacionales todos los recursos que necesite a través de ingentes emisiones de bonos que van a dejar a España endeudada hasta las zejas. Nada más lejos de la realidad. Ni por el mundo hay tanto dinero como cree nuestro presidente, ni él es el único que acude a los mercados en su busca. Otros muchos países avanzados, mucho más serios y fiables que la España de ZP, también demandan esos recursos escasos, con muchas más posibilidades de obtenerlos que el Tesoro español. Lo que va a implicar dos cosas: nuevas rebajas de la calificación crediticia de nuestro país, y, por tanto, más problemas aún para financiar nuestra economía: inevitables subidas de tipos de interés, que no van a ser, precisamente, de uno o dos puntos, ni mucho menos. Y así piensa que se recuperen el crédito, el consumo y la inversión cuando lo único que va a conseguir es hundirlos todavía más y provocar aún más paro si cabe.

Lo mismo sucederá con lo que pretende hacer con los ingresos. Ya lo ha dicho Elena Salgado, se van a revisar todos los impuestos, o sea, que van a meter a la economía española una dosis de caballo de nueva presión fiscal y a saquear todavía más los ya de por sí esquilmados bolsillos de los españoles; y ello sólo para financiar el electoralismo populista y la política de ocurrencias de nuestro bien amado y nunca bien ponderado presidente del Gobierno. Pues con esto pasa lo mismo que con lo anterior, que al consumo y a la inversión les espera una larga etapa de depresión mientras se condena a muchos trabajadores a un muy prolongado período de alistamiento en las filas del Servicio Nacional de Empleo. Y, para más inri, encima no se va a contener el crecimiento del endeudamiento público, que amenaza con llegar a tales niveles que va a impedir durante años desarrollar otras políticas tributarias y de gasto que no sean las de pagar más y más intereses de la deuda.

Hace unas semanas me preguntaba en esta misma columna cuánto nos iba a costar Zapatero. Hoy esa cuestión empieza a parecer irrelevante porque ya no se trata de la magnitud de la factura que vamos a tener que afrontar los españoles durante años y años. Ahora de lo que se trata, simple y llanamente, es de que ZP nos lleva directamente a la ruina. A las economías domésticas y al país

Anónimo dijo...

El Gobierno ya no negocia y pacta para el bien de todos, porque sólo se considera miembro de una parte de ese componente complejo y variado llamado España. Zapatero ha renunciado a la esencia de la política democrática: el pacto. La posibilidad de llegar a grandes acuerdos políticos, económicos y sociales entre las elites gubernamentales por un lado, y la oposición por otro, junto a los sindicatos y empresarios, ha muerto, definitivamente, en Rodiezmo. Si después del mitin de Zapatero en esa localidad leonesa alguien sigue albergando alguna expectativa democrática de este Gobierno de España, habrá que llamarle algo peor que ingenuo. Estulto.

Por desgracia, ese estado de estulticia cobija a millones de seres humanos incapaces de ver la maldad que hay detrás del lenguaje utilizado ayer por Zapatero. "Hay que elegir", ha dicho Zapatero, y él lo ha hecho en forma de decisión, de golpe institucional, a la democracia representativa y, sobre todo, a su principal institución en la perspectiva socialdemócrata. Zapatero no ha elegido, siguiendo los mecanismos institucionales de las democracias representativas, sino que ha decidido romper el eje clave del Estado social de Derecho. Él no ha elegido seguir siendo arbitro y juez, sino que ha decidido ponerse del lado de unos y contra los otros; él ha elegido el bando de los descamisados, los desposeídos y, en fin, de los sufrientes de la crisis, según su populista terminología.

El lenguaje escogido por Zapatero en Rodiezmo quintaesencia su acción política. El lenguaje no es inocente; en rigor, es la prueba de que su Gobierno está podrido en la base. Es el primer presidente de Gobierno de un país europeo que ha roto la idea de pacto y compromiso político entre todas las elites políticas y sociales del sistema. Zapatero ha triturado el principal concepto de la socialdemocracia europea, después de la Segunda Guerra Mundial, el pacto "extraparlamentario" como complemento o, a veces, legitimación de la política parlamentaria. Zapatero se ha despedido de la política democrática. No era un juego, más o menos coyuntural, cuando dijo que entre los sindicatos y la patronal optaba por los primeros.

Zapatero ha entonado en Rodiezmo un canto funerario a cualquier tipo de diálogo y negociación política entre democristianos y socialdemócratas, entre conservadores y liberales, en fin, entre izquierdas y derechas. Ha dilapidado la herencia de la gran socialdemocracia y opta por el populismo más patético, o sea, las decisiones no se toman, después de complicados y largos procesos de negociación en las instituciones democráticas, sino por lo que dicta la "corazonada" de un gobernante. Zapatero lo ha expresado con contundencia: "Hay que elegir", sí, olvidándose de que él es el presidente del Gobierno de una nación compuesta de partes. Él sólo opta por uno de esos componentes y niega, de paso, que las instituciones democráticas ofrezcan alguna salida.

La personalización de la política y el intento permanente por eliminar las mediaciones entre el líder Zapatero y los ciudadanos son, reitero, las dos principales características del ataque subversivo de Zapatero a las instituciones. Ahí están contenidas las señas de identidad del populismo de Zapatero

Anónimo dijo...

La VERDAD:

"RENTAS INFERIORES A 21.000 EUROS
¿Quién y cuántos pagarán la subida de impuestos de Zapatero?
La Unión Sindical Obrera (USO) adelantó este viernes que la subida fiscal que planea el Gobierno afectará a más de diez millones de contribuyentes con rentas por debajo de los 21.000 euros (1.500 euros al mes), que serán "los grandes perjudicados"."

"El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, anunció una subida de impuestos en torno al 1,5% de nuestro PIB (más de 15.000 millones) que, según el sindicato USO, afectará especialmente a más de 10 millones de contribuyentes con rentas inferiores a 21.000 euros (1.500 euros al mes).

Según USO, desaparecerán los 400 euros anuales que Hacienda anticipaba en la devolución del IRPF. Además, si hasta ahora éstos tenían cierta capacidad de ahorro y tributaban al 18%, con la nueva subida en las rentas del capital, en 2010 se les retendrá un 20% ó un 22%, según sea el alcance de la subida fiscal

Desde USO se preguntan por qué esa subida de impuestos apenas tendrá incidencia entre las grandes fortunas, ya que con más de 601.000 euros anuales sólo aparecen 10.580 contribuyentes, o sea el 0,07% del total.

"Esos grandes patrimonios se camuflan en las Sociedades de Inversión de Capital (SICAV), que manejan alrededor de 25.000 millones de euros y tan sólo tributan un 1%. Se trata de sociedades anónimas que sólo pueden crear los que disponen de 2,4 millones de euros y que podrán seguir disfrutando de esa vía para tributar menos", añade. Un mecanismo que contrasta con el 18% que cotizan a Hacienda actualmente los casi 50 mil millones de euros de los ahorradores.

A ello, se suma la subida de impuestos indirectos anunciada por Zapatero, y que podría afectar al IVA y los impuestos especiales sobre la gasolina, alcohol y tabaco."

Anónimo dijo...

Hace escasas semanas una prestigiosa firma de análisis londinense, Variant Perception, publicaba un informe demoledor sobre la economía española. Dicho estudio ha tenido eco en los principales medios de comunicación, tanto nacionales como internacionales. No es para menos. Y es que, a diferencia del diagnóstico oficial que trata de vender el Gobierno, España se enfrenta a una peligrosa espiral deflacionista, un colapso inmobiliario histórico, una grave crisis bancaria y un paro superior al 25%.

Dada la situación, estos mismos analistas añaden que los acreedores de España –Francia y Alemania– tendrán que acudir al rescate de una deuda que, hoy por hoy, es incobrable. El país se enfrenta a un gravísimo problema de endeudamiento, no sólo privado sino, ahora más que nunca, también público. Zapatero ha encomendado toda su política económica a la emisión masiva de bonos del Tesoro con la ilusoria esperanza de resucitar la demanda agregada y mantener artificialmente el mayor número de puestos de trabajo posible.

El resultado visible, el único que el Gobierno se esmera en destacar, es el aumento de las matriculaciones de coches (gracias a su Plan 2000E de ayudas públicas) y la ocupación de 400.000 trabajadores en su Plan de Inversión Local para la realización de obras públicas de diversa índole en los ayuntamientos.

Esto es "lo que se ve", pero la clave reside en "lo que no se ve", tal y como advertía el maestro liberal Henry Hazlitt en su obra La economía en una lección, cuya lectura recomiendo encarecidamente.

El sofisma básico de la "nueva" Economía consiste en concentrar la atención sobre los efectos inmediatos de cierto plan en relación con sectores concretos e ignorar o minimizar sus remotas repercusiones sobre toda la comunidad [...] Cuando [los economistas] ignoran o desprecian los efectos remotos, están incidiendo en un error de mayor gravedad. Su preciso y minucioso examen de cada árbol les impide ver el bosque.

El déficit público se ha multiplicado por cinco en el último año, hasta rozar los 50.000 millones de euros el pasado julio. De hecho, tan sólo en el último mes se ha disparado un 28,7%. Economía acaba de confirmar que el Estado está gastando el doble de lo que ingresa vía impuestos: mientras que los pagos ascendieron a 107.639 millones de euros los ingresos apenas sumaron 57.952 millones.

Anónimo dijo...

Este ritmo de endeudamiento público es, simplemente, insostenible. El déficit superará la barrera de los 100.000 millones de euros el presente año (el 10% del PIB), y la subida de impuestos que pretende aprobar Zapatero no impedirá que el desequilibrio presupuestario siga aumentando en 2010. La respuesta no reside en incrementar la presión fiscal sino en reducir drásticamente el gasto público.

De lo contrario, el manantial de liquidez que, en la actualidad, ofrece el Tesoro se acabará agotando por completo. Y cuando esto suceda, será entonces cuando el Ejecutivo tendrá que rogar compasión a los acreedores de la zona euro, o bien echar mano del Fondo Monetario Internacional (FMI), el prestamista de última instancia al que recurren los países.

No es algo nuevo. El Estado también quiebra. De hecho, este tipo de bancarrotas son más frecuentes de lo que se piensa, sobre todo, en un contexto de crisis crediticia y bancaria como la actual. España, curiosamente, lidera el ranking de las suspensiones de pagos a lo largo de la historia.

En Gran Bretaña ya se debate abiertamente esta posibilidad desde hace meses, y los últimos datos que arrojan sus cuentas públicas acrecientan el riesgo de tener que acudir a un crédito extraordinario del FMI. Así, Variant Perception señala en su último informe que la recaudación fiscal en Gran Bretaña caerá un 12% interanual en 2009, al tiempo que la deuda pública ascenderá hasta el 64% del PIB. En este sentido, recuerda que el entonces Gobierno laborista tuvo que solicitar ayuda al FMI en 1976. Y ello, con una deuda pública de apenas el 54% del PIB.

Además, el propio Fondo estima que la deuda de los países desarrollados se disparará hasta el 120% del PIB en los próximos cinco años. En este contexto, los más débiles, como es el caso de España, sucumbirán. Los inversores acabarán rechazando los bonos españoles debido a su elevado riesgo en comparación con otras economías más sólidas.
Con una recaudación fiscal que se hunde a un ritmo superior al 25% interanual, un gasto público descontrolado, una subida de impuestos a la vuelta de la esquina, un paro superior al 25% y una crisis bancaria que, tarde o temprano, acabará estallando, España cuenta con todos los ingredientes necesarios para que el FMI acabe instalando una sede permanente en Madrid antes de 2012. Con el tiempo, "lo que no se ve" hoy se acabará viendo mañana.

Anónimo dijo...

Hemos escalado en la demagogia del "que paguen los más ricos" a "que paguen los capitalistas" con la misma facilidad con la que escalamos la mentira desde el "bajar impuestos es de izquierdas", al "será una subida temporal y limitada" pasando por el "no tengo intención de subir impuestos".

Zapatero recurre al imaginario socialista para justificar sus disparates en todos los frentes. La contraposición de clases asalariadas con clases capitalistas no deja de ser un resorte populista que olvida que muchos trabajadores también son capitalistas sin necesidad de ser ricos. ¿O acaso todo aquel que percibe intereses, que cobra dividendos o que posee un paquete de acciones en este país aparece en la lista anual de Forbes? Más bien cabría sospechar lo contrario, ya que en 2007 16,3 millones de declarantes en el IRPF percibieron rentas del capital mobiliario; sólo quinientos mil menos, por cierto, de quienes las percibieron del trabajo.

Demagogia no menor, sin embargo, a la que denota la idea de que van a subirse los impuestos para reducir el déficit público y mantener las políticas sociales y de inversión pública. Más bien, habría que invertir los términos: van a mantenerse las falsas políticas sociales y las ruinosas inversiones públicas para que no se reduzca el déficit y haya un pretexto para subir impuestos.

Sólo así se entiende que Zapatero no haya anunciado ni un solo tijeretazo a las partidas de gasto más superfluas y, en cambio, anuncie un aumento de impuestos que no dará ni para sufragar lo que nos ha costado el propagandístico Plan E. ¿Adivinan cuál fue el año pasado la recaudación total en el IRPF procedente de las malvadas "rentas del capital"? Apenas 6.900 millones de euros. Con esta estrechísima base recaudatoria, ¿qué piensa hacer Zapatero para reducir un déficit público que rondará a finales de 2009 los 100.000 millones de euros?

Anónimo dijo...

Porque aun cuando duplique el gravamen de las rentas del capital, ese déficit seguirá ahí, hipotecando nuestro presente y nuestro futuro. Pero es que además, Zapatero sabe que no puede duplicar el gravamen de las rentas del capital. ¿Alguna vez se ha preguntado por qué el capital tributa al 18% y el tramo más bajo de las rentas del trabajo al 24%? Muy sencillo: los capitales son móviles y los trabajadores no demasiado. Cualquier gobierno que no sea el de Argentina o el de Zimbabue es consciente de que si aumenta significativamente la tributación de las rentas del capital, éstas volarán y con ellas la inversión, el crédito y la prosperidad dentro del país. ¿Entiende ahora por qué Zapatero quería eliminar los paraísos fiscales? En efecto, para que no fueran los refugios al infierno fiscal que quiere montar en nuestro país.

Nadie debería llevarse a engaño: si la noticia de El País se confirma, esto es, si Zapatero se ceba en las rentas del capital y no toca las del trabajo, esta reforma fiscal –y no las palabras de José Blanco– será el auténtico globo sonda de una futura revolución tributaria. Tarde o temprano Zapatero tendrá que reducir el gasto –medida que parece antropológicamente incompatible con su sectarismo– o subir los impuestos a los trabajadores. No hay más.

Lo lamentable de todo, no obstante, es que en apenas dos años Zapatero se ha terminado de cargar lo poco que seguía en pie de la economía española. Sí, habíamos sufrido la mayor burbuja inmobiliaria de Occidente; sí, nuestro sistema bancario no es el más sólido del mundo, sino que está en su mayor parte quebrado; sí, tenemos un mercado laboral más intervenido que el de Camerún; sí, padecemos una cleptocracia en todos los niveles de la administración; y sí, nuestro ritmo de ajuste ante la crisis no podía ser más lento. Pero, pese a todo, habríamos superado la crisis y probablemente en mejor forma de la que entramos.

Sin embargo, dos años después de sus primeros destellos, España es un país cada vez más empantanado en deudas e impuestos. Y todo gracias a un visionario socialista que se empeñó en forzarnos a gastar lo que no teníamos mientras se negaba a reformar cualquier aspecto de nuestro aparato productivo. Ahora es cuando comenzamos a pagar la factura de unos dispendios que no han servido para nada. Cuatro millones de parados, caída histórica del PIB y subidas de impuestos. Esos han sido los exitosos resultados del Plan E y demás tomaduras de pelo y cartera socialistas.

Anónimo dijo...

el recurso al populismo es el refugio de los necios. En efecto, porque sólo el necio confía en el olvido pleno y duradero, y sólo el necio considera la nula valoración del sufrimiento de una comunidad por parte de quienes lo padecen. Sólo el necio, también, es el único capaz de engreírse por los vítores irracionales de un pueblo exaltado por filípicas populistas, sin ponderar el derrumbe que puede producirse al disminuir la temperatura del clamor popular.

Provocar el populismo, fomentarlo mediante signos, símbolos, consignas o proclamas es apostar por lo perecedero –el ejercicio del poder– frente a lo permanente –la estima personal, la afirmación de la propia dignidad, el reconocimiento histórico de la labor realizada. El populista, al ejercer su vocación como tal, construye un escenario vital en el que él se convertirá en el rehén más significativo. Mentirá con semblante alegre, aunque como a cualquier ser humano, la mentira le resulte repulsiva. Engañará sin piedad, pues su misión es provocar una falsa complacencia en ese pueblo del que espera las muestras de apoyo incondicional a su caudillaje.

Sólo en ese escenario populista se puede afirmar, sin parpadeo ni vergüenza, que se ha tocado fondo en una crisis económica, que en España sigue destruyendo empleo, con tasas negativas en la evolución del PIB, con grave contracción de la capacidad económica de los hogares y dificultades, en ocasiones insalvables, para una vida ordenada en garantía de poder satisfacer las necesidades de las personas; es decir, aquello que los clásicos definían como el honeste vivere. Es tan superflua y arrogante semejante manifestación que quien así la proclama no es consciente de que, afirmar durante más de seis meses que lo peor ya ha pasado, que hemos tocado fondo, obliga a pensar por pura lógica que nos hemos hundido en el fango de los fondos, y que en él vamos a permanecer por tiempo indeterminado.

Sólo desde el populismo se puede apelar a la solidaridad, en un mayor sacrificio impositivo, dejando entender que será el sacrificio de los ricos el que vendrá a solventar el problema de los pobres. Se habla para ello del mayor gravamen a las rentas del capital, o de la elevación del gravamen en la imposición sobre la renta al segmento de población con ingresos más elevados. Cuando todos sabemos que las rentas más elevadas disponen de instrumentos legales para eludir estos gravámenes, y que el capital huye despavorido a otras residencias cuando se le somete a un gravamen superior en su país de origen. Con lo cual, alguien se dará cuenta de que todo aquello que se le dice, no son más que palabras en busca de un refrendo desinformado, ciego y que serán las rentas medias y bajas las que acaben aportando los recursos adicionales que precisan unas administraciones torpes y despilfarradoras. De momento ya estamos dispuestos a eliminar la bonificación de los cuatrocientos euros, de gran significación para los pobres y de nula importancia para los ricos, y a incrementar los impuestos indirectos –IVA, carburantes, alcoholes, tabaco, etc.– que gravan en mayor medida a las rentas bajas, por ser las que mayor porcentaje de renta dedican al consumo.

Anónimo dijo...

¡Qué poco han aprendido las administraciones públicas de lo que vienen practicando las economías familiares desde el origen de los tiempos! Algo tan sencillo como contener el gasto cuando se reducen las rentas. Desde mi benevolencia, he llegado a considerar que si esta práctica no era habitual en el sector público era por falta de imaginación o de un análisis detenido; de aquí que me brindase a ayudar definiendo un elenco de gastos cuya reducción podría ser absoluta, es decir a cero, sin menoscabar el bienestar social y menos aún el de los más necesitados, aunque eso sí, reduciendo prebendas a los ya poderosos. La opción del señor presidente es otra: mantener los gastos, suntuarios en unas ocasiones y con fundadas sospechas de corrupción en otras, exigiendo mayores sacrificios a los que nada pueden objetar, pues, hasta en eso, son pobres.

¿Merecen estas acciones el calificativo de política? ¿Dónde está la consideración a la polis, a la ciudad, a la nación, al pueblo? Como máximo, se contempla a la masa, a la que es manipulable mediante el populismo, con lo que de insulto para las personas singulares tiene esta afirmación. Sin embargo las personas, las únicas capaces de sufrir o de satisfacerse, esas, están ausentes en la consideración de lo que se viene llamando política. No necesito decirlo, pero no cabe política sin objetivos definidos y sin medios determinados y eficaces para alcanzar aquellos objetivos. ¿Han visto, o han oído, algo que se parezca a esto? Pues bien, hasta que eso ocurra no tienen ustedes una política de la que puedan esperar unos resultados que les puedan ser favorables.

Ya ven ustedes cómo reacciona un personaje, que se le supone político, es decir comprometido con la comunidad, –sin ir más lejos el señor ministro de Trabajo– ante la inmediatez de que la tasa de desempleo sobrepase el 20% de la población activa. La docta aseveración que sale de su boca es que se llegará a esa cifra si sigue creciendo la población activa. Esta afirmación, en una situación de autoridad consciente y responsable, supondría el cese inmediato de quien así se pronuncia. El señor Corbacho, sagaz como nunca, considera que todo aumento de la población activa lo será de sujetos en paro; sólo así, el crecimiento de una –población activa– supondrá necesariamente el aumento de parados y por tanto de la tasa de desempleo.

Es todo un ejemplo de una política ausente de objetivos, es decir, la misma negación de la política. ¡Como para seguir confiados y esperanzados en la acción pública para resolver el problema más grave de nuestra España de hoy: el desempleo! Y esto, el ministro del ramo; vayan ustedes a saber lo que pensarán los demás. Y es que el populismo es, por naturaleza, despiadado; no le importa lo que pasa, ni quién, ni cuánto sufre lo que esta pasando. No en vano, el señor Corbacho se ha hecho acreedor del apelativo de "ministro del Paro".

Anónimo dijo...

Uno de los ejes fundamentales de la historia del pensamiento político es la concepción del poder tanto como de sus consecuencias, al menos en lo referido a la organización del gobierno, al tipo de sociedad y al individuo. De la misma manera, buena parte de la historiografía occidental se ha dedicado a estudiar y analizar la evolución del poder político y de su entorno. La razón de tal dedicación es que ha servido –eso creemos– para ubicar al hombre y su momento; es decir, comprender la situación presente a través del conocimiento del camino pasado y de sus motivaciones, al tiempo que se aventuraban algunos principios o fórmulas para lo que se llamaba el mejor gobierno.

La dificultad ha surgido siempre cuando un gobierno ha adquirido características involuntarias, impensadas e imprevisibles que lo descatalogaban. Esto es lo que le pasa al Gobierno de Zapatero.

Bertrand Russell decía que un gobierno o un poder se identificaban por producir los efectos buscados. El fracaso del Gobierno de Zapatero por atajar la crisis le quita, en consecuencia, dicha categoría. Leibholz, por ejemplo, creía que el poder se caracterizaba por imponer su voluntad a los ciudadanos. En este sentido, hay quien vincula el poder con la coerción, como Weber, y otros con la influencia moral sobre los comportamientos, que es el caso de Meynaud. Hoy contamos con un Ejecutivo que carece de esa categoría profesional y humana, salvo alguna excepción, que convierte a un político en personaje ejemplarizante, moralizante o vivificador capaz de conseguir esa influencia moral. Es más; es bastante considerable la percepción social de que más de un ministro y ministerio deberían desaparecer. Y esto sin hablar de las paupérrimas valoraciones que obtienen en las encuestas de opinión.

La Historia, además, nos muestra el papel que han desempeñado los gobiernos en los momentos de crisis económica profunda. Aquellos que han emprendido la tarea de administrar los problemas con un programa concreto, sólido e identificable, han tenido éxito o han podido fracasar, pero el ciudadano tenía la sensación de que existía un gobierno, discutible, sí, pero un gobierno, un poder. La política, entonces, se podía rectificar o continuar. Otros, sin embargo, faltos de un proyecto real se ahogaron en la crisis.
El Gobierno de Zapatero es de estos últimos. La percepción general es que el Ejecutivo no tiene ese programa concreto, sólido e identificable para salir de la crisis, sino que la acción gubernamental sólo tiene dos caminos: las ocurrencias, que se corrigen, se desdicen y acaban teniendo vida propia, y el montar comisiones y mesas para oír las soluciones que otros actores políticos o sociales han pensado. Ni siquiera esa política asistencial que va goteando procede de un plan económico pensado, sino de un propósito improvisado de paliar los efectos electorales que pueda tener la crisis. Y ante esta situación, en la que el que padece los efectos de la situación económica ha de sentirse lógicamente desamparado, sin futuro a medio plazo, es cuando más se echa de menos la existencia de un gobierno que gobierne.

Anónimo dijo...

Nada desea más Zapatero que apuntalar su ruinosa política de gasto y su rapaz codicia tributaria en la especie de que trata de ayudar a los desfavorecidos y de que lo hará quitándoles a los ricos para darles a los pobres. En el Congreso no se atrevió a exponerlo en esos términos, pero fuera de ahí todo el año es Rodiezmo. En consonancia con la intención de encubrir el alcance de la vuelta de tuerca fiscal que prepara, insiste el Gobierno en que no afectará a las rentas del trabajo y sí, en cambio, a las del capital. El caso es que la opinión pública visualice que no se exprimirá al trabajador, sino al capitalista. Cuando el tal capitalista puede ser un jubilado que cobra una pensión modesta y guarda en un fondo de inversión los ahorros de toda una vida. Más le hubiera valido gastarse esas perras en viajes al Caribe. Y conste que fue Zapatero quien redujo y unificó el tipo fiscal de esas rentas que ahora quiere subir. Será el chocolate del loro lo que se recaude por ese concepto, pero la clave son las palabras, puestas, de nuevo, al servicio de su política: trabajo versus capital.
El viaje del presidente ha ido, como sugiere The Economist, de la estación del gasto a la estación de los impuestos. Debidamente aleccionados, repiten los socialistas que en materia tributaria no son dogmáticos. Parole, otra vez, que adornan con la falacia de que la presión fiscal es aquí más baja que en nuestro entorno. En punto a gasto son, desde luego, inflexibles. No habrá recortes. Zapatero desafió a los diputados a que le dijeran qué líneas del AVE pueden paralizarse. Qué gracioso. Prescinda, para empezar, de sus tropecientos asesores. Total, no le hacen falta, ¡si él sabe de todo! En fin. Aquella clase obrera de otrora no fue al paraíso de los horrores comunista, sino al jardín de la clase media, que esas vueltas tiene el denostado capitalismo. Y, ahora, nos vamos (casi) todos al infierno.

Anónimo dijo...

Nuestro presidente del Gobierno quiere ser el campeón del socialismo. Sin embargo, va a perder muchos puntos en su carrera porque pocas políticas más antisociales puede haber que la subida de impuestos que prepara.

De entrada, la supresión de la devolución anticipada de los 400 euros quien más la van a sufrir son las personas con rentas bajas, para quienes esos 400 euros suponen una nada desdeñable cantidad de dinero de la que van a tener que prescindir, poniéndoles en más dificultades si cabe para llegar a fin de mes. Porque para quien gane algo más de mil euros al mes, que son casi dos terceras partes de los asalariados españoles, ese dinero supone mucho más que para quien tenga un sueldo de, digamos, dos mil o dos mil quinientos euros mensuales. O sea que, de entrada, el incremento de la presión fiscal lo van a padecer más los que menos tienen. Muy social.

Sigamos. Además, el Gobierno está considerando el incrementar el IVA en dos puntos. ¿Qué significa esto? Pues que todos los precios van a incrementarse en un 2% y quienes más lo van a notar van a ser los que ganen menos. Además, esa subida, si se produce finalmente, va a tener lugar en unos momentos en los que las empresas tienen que ajustar al máximo sus costes laborales para poder competir y aprovechar, si se confirman, los indicios de recuperación económica que empiezan a surgir en economías como Alemania o Francia. En este contexto, muchas empresas no van a poder subir los salarios lo suficiente para que no pierdan poder adquisitivo y, si lo hacen, puede ser a costa de nuevos despidos. Es decir, que muchos de repente van a ser algo más pobres todavía porque sus sueldos no van a poder adaptarse a la subida de precios y otros, directamente, se van a quedar sin trabajo. Para más inri, el IVA es un impuesto que pagamos todos los españoles, hasta un niño de cinco años que se compre una bolsa de chuches con su paga semanal. Y todo porque Zapatero se ha empeñado en tirar el dinero a espuertas con medidas de gasto que no sirven más que para agravar la crisis. Muy social también todo esto.

Lo mismo se puede decir de los impuestos especiales. El incremento del impuesto sobre alcoholes puede mandar al paro a mucha gente porque se supone que reducirá el consumo de vino, cerveza y bebidas espirituosas, al encarecerse su precio, y aquí en España hay muchos trabajadores del sector agroalimentario empleados en esas industrias. La subida del impuesto sobre el tabaco puede ser más neutra en este sentido, pero nuevamente reducirá el poder adquisitivo de los fumadores. En cambio, la del impuesto sobre las gasolinas puede ser mucho peor porque, además de forzar a mucha gente a dejar el coche en casa, afectará al transporte de personas y mercancías y por tanto a los precios de consumo y al poder adquisitivo de los sueldos. Nuevamente, muy social todo esto.

Ahora detengámonos un momento a reflexionar. Resulta que la economía española necesita fortalecer su demanda interna para salir de la crisis. Resulta, también, que Zapatero no ha hecho más que insistir en que la gente consuma para que, con ello, el crecimiento económico y la creación de empleo empiecen a acelerarse. Pues bien, ¿cómo va a producirse eso si con la subida de impuestos se va a recortar la capacidad de gasto de los hogares? Pues de ninguna forma. Así es que el incremento de la fiscalidad que prepara el Gobierno, se diga lo que se diga, es una medida claramente antisocial. El Ejecutivo lo sabe y trata de esconderlo lanzando el debate sobre la fiscalidad del capital y sobre aquello de que paguen los que más tienen, pero ahora se ve que todo eso no era nada más que una maniobra para distraer la atención de la opinión pública sobre el verdadero quid de la cuestión de la subida de impuestos, que es que la vamos a pagar todos, que va a perjudicar a los que menos tienen, que va a lastrar las posibilidades de recuperación y que va a destruir empleo. Y todo por tirar el dinero con medidas populistas como el ‘cheque-baby’ o el Plan E. Muy social todo esto, sí señor.

Anónimo dijo...

"Rosa Díez, a Zapatero: "Su política económica es subprime, basura""



Si el miércoles Zapatero se encargaba de cifrar la subida de impuestos en un 1,5% del PIB, ayer el presidente del Gobierno reconoció que ese incremento podía materalizarse en mayores impuestos indirectos, lo que básicamente significa un aumento del IVA y de los especiales sobre el alcohol, el tabaco y la gasolina.

Como siempre, la justificación que ha acompañado esta desmesurada codicia fiscal socialista ha sido la necesidad de reducir el déficit y de seguir financiando las políticas "sociales" y de inversión pública del Ejecutivo. Dicho de otra manera, el Estado se empeña en seguir gastando sin control y juicio y pretende que el conjunto de los españoles, mientras atraviesan la peor crisis desde la Gran Depresión, se lo sufraguemos.

Hay algo realmente contraintuitivo en la idea de que el Gobierno tenga que hacerse nuevos agujeros al cinturón mientras el resto de la sociedad se lo está apretando hasta la asfixia. No tiene mucho sentido que si padecemos una crisis derivada del exceso de endeudamiento –esto es, de haber vivido durante muchos años por encima de nuestras posibilidades gracias a la falsa euforia que nos proporcionaba la burbuja inmobiliaria– las recetas del PSOE para superarla pasen por más endeudamiento y más gasto desenfrenado.

Anónimo dijo...

En estos momentos de voracidad fiscal conviene recordar que ni hay que aumentar el gasto público ni es necesario subir los impuestos para reducir el déficit: la verdadera alternativa, la única que realmente puede relanzar nuestra economía, consiste en que el Gobierno se apriete también el cinturón y reduzca de manera muy considerable el gasto. Sólo los prejuicios ideológicos de Zapatero y de su comparsa de iletrados económicos le impiden tomar esta sensata vía: sólo los presupuestos de 2009 ya poseen muchas partidas a las que meterles la tijera sin que empeore la calidad de vida de los trabajadores que no viven amamantados por el régimen. Pero además y sobre todo, el déficit de 120.000 millones que arrastramos se debe en su mayor medida a la negativa izquierdista a liberalizar el mercado laboral y a su apoyo entusiasta a onerosas obras públicas del todo innecesarias.

Zapatero puede y debe reducir el gasto público, ya que subir impuestos no es una alternativa: los 16.000 millones que pretende recaudar no le servirán ni mucho menos para eliminar ese agujero negro presupuestario por el que se están yendo los ahorros presentes y futuros de los españoles.

La última ocurrencia de subir el IVA debería rebelar incluso a sus propios correligionarios. De nuevo, Zapatero vuelve a reírse de ellos pisoteado todo el discurso que había ido tejiendo para convencerles de que tenían que entregarle aún más dinero. Se les dijo que sólo los ricos soportarían el incremento en la presión fiscal y que los trabajadores quedarían a salvo, y se lo creyeron a pies juntillas. Para la izquierda, todos los días son Rodiezmo, incluso cuando les dan gato por liebre.

Y conviene dejar claro que la subida de impuestos no es mala porque vaya a disminuir el consumo. Ahora mismo España necesita más ahorro para salir de la crisis, así que sería un mal argumento cargar las tintas en ese aspecto. La subida de impuestos es nociva porque es subida y no bajada. Siendo cierto que podría haber agresiones mucho mayores a nuestra prosperidad –en general toda la tributación que incida sobre el escaso ahorro de los españoles–, de lo que no cabe ninguna duda es de que el camino a la recuperación no pasa por una mayor sino por una menor presión fiscal.

Pero para ello habrá que reducir el gasto. Si las familias y las empresas están recortando sus desembolsos por todas partes, incluso por aquellas que hace años consideran "imprescindibles", el Estado no debería ser menos. Parece que los políticos no se han enterado de que estamos en crisis y de que no pueden seguir gastando como en los tiempos de la burbuja. Subir los impuestos, aunque sean los indirectos, y no reducir el gasto son errores de grandes proporciones que lamentaremos durante años. La crisis financiera será sólo una anécdota al lado de la pobreza que están generando Zapatero y los suyos.