20 junio, 2011

LA DURA LONA

Los socialistas continúan lamiéndose las heridas sin comprender por que han perdido las pasadas elecciones municipales del 22-M, siguen echando la culpa a la crisis de los neoliberales, a las medidas económicas del gobierno de su secretario general Zapatero o a ejecutivas igual de noqueadas que ellos. No acaban de comprender que la culpa la tienen todos, todos ellos, al no haber aunado fuerzas en los momentos difíciles que estamos viviendo.
Palencia es un buen ejemplo. Después de haber gobernado durante doce años consecutivos con una buenísima gestión, de haber cambiado la ciudad por una nueva y accesible y de tener otros mil proyectos en construcción o preparación, los palentin@s han preferido a un equipo de incapaces encabezados por quien aún está buscando la palabra ayuntamiento en el diccionario de la RAE. ¿Es esto casualidad?. !NO¡. Hay una causa. Todos los socialistas creídos que con un excelente trabajo los votos vendrían solos, según avanzaba la crisis económica han ido escondiéndose de la palabra defensa, ¡DEFENSE¡, ¡DEFENSE¡, ¡DEFENSE¡, que dirían los americanos en la NBA. Una buena defensa hoy hubiera sido un gran ataque.  
Como siempre, los momentos de desgracias son propicios para perpetrar saqueos o rapiñar restos de presas heridas por fieras hambrientas. Es cuando los sectores críticos se levantan para clamar por aquello que ni ellos mismos han sabido o querido hacer en feu-dos que controlan. Un sector que rezuma rencor y odio personal de venganza contra quienes perdieron en justa batalla el poder temporal de la afiliación. Gentes que nunca trabajan por la causa común mientras no sean quienes dan las órdenes.
La socialdemocracia nació para humanizar el capitalismo. En estos tiempos se está librando la batalla del capitalismo ultraneoliberal contra la socialdemocracia del estado del bienestar, y todo indica que se está perdiendo. Solo de la unión de los socialistas, y de la defensa a ultranza de nuestros postulados –aunque nos parezcan liberales- de los ataques de las hordas conservadoras, que son muchas y muy potentes, depende que nosotros y nuestros hijos tengamos un mundo más justo y solidario.