"Reza para que el niño no respire después de nacer"
María y Pedro (nombres supuestos) esperaban un niño fecundado in vitro. "Imagínate si era un niño deseado", dice María. La ecografía de la semana 20 indicaba que todo marchaba bien. Pero en la semana 32 aparecieron los problemas: unos ventrículos cerebrales demasiado grandes. Los médicos decidieron que lo mejor era anticipar el parto y operar al niño cuando naciera. Para preparar la intervención, hicieron una resonancia magnética en la que se vio que el feto había sufrido una hemorragia cerebral gravísima. "Los médicos se quedaron blancos y nos empezaron a decir que ese niño no tenía que nacer. El cerebro estaba muy dañado. Si conseguía respirar, sería un vegetal. Nunca tendría conciencia y pasaría el resto de sus días en una cama. Me decían que rezara para que no respirara".
Había unanimidad en cuanto al diagnóstico, pero en el hospital público Vall d'Hebron (Barcelona) todos los médicos les dijeron que no podían hacer nada por ellos. "Lo más absurdo fue cuando se negaron a hacer un análisis de la sangre del cordón umbilical para averiguar la causa de la hemorragia cerebral porque ¡podía provocarme un aborto! Todo era increíble".
Había unanimidad en cuanto al diagnóstico, pero en el hospital público Vall d'Hebron (Barcelona) todos los médicos les dijeron que no podían hacer nada por ellos. "Lo más absurdo fue cuando se negaron a hacer un análisis de la sangre del cordón umbilical para averiguar la causa de la hemorragia cerebral porque ¡podía provocarme un aborto! Todo era increíble".
"No entendía nada"
María consiguió una lista de clínicas privadas que practicaban abortos posteriores a las 22 semanas, y se encontró con los centros del doctor Carlos Morín -ahora procesado por aborto ilegal-. Pidió una cita. Fueron para allá y se encontraron con la Guardia Civil. Era el 12 de noviembre de 2007, el día que detuvieron a Morín. Desde entonces las clínicas fueron mucho más cuidadosas, y nadie quiso prestar asistencia a María. "No entendía nada. Iba a tener un hijo que no podría comer, ni ver, ni oír, ni caminar, que sólo sufriría. Me preguntaba cada día cómo podían obligarme a esto".
La solución, como para tantas otras españolas, acabó siendo Francia. La maternidad de París, a la que llegó casi con 37 semanas de embarazo y en tren. "Fuimos de los primeros españoles en ir. Allí los médicos eran muy rigurosos. Se reunió el comité médico y ellos mismos me dijeron que era mejor interrumpir el embarazo. Todo con una sensibilidad increíble, con un psicólogo. El trato que hemos recibido en Francia y en España es como el día y la noche. Interrumpir el embarazo tan tarde es algo difícil y feo. Pero la vida está llena de cosas complicadas que hay que afrontar. Espero que el Gobierno arregle esto para que las mujeres que tengan la desgracia de pasar por ello al menos no tengan que salir como furtivas".
Articulos de www.elpais.com
*Los que con el dinero creen poderlo todo, no tienen ningún problema para desplazarse a Francia o Londres para abortar.
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