Ha fallecido el magistrado del Tribunal Constitucional Roberto García Calvo a los 65 años de edad, uno de los jueces más ultraconservadores y arcaicos que hemos tenido que sufrir en nuestra justicia. El Partido Popular fue quien nos le trajo –siempre estuvo entre ellos- para que fuera parte de los que tienen que velar por nuestra Constitución, al igual que veló en su momento por el movimiento franquista. El Partido Popular quiso que fuera unos de los magistrados que mejor podían representar sus creencias en el Tribunal Constitucional. Junto con su colega, el Magistrado Zapata, ha intentado tirar para atrás varios proyectos socialistas de la anterior legislatura que la derecha no admitía, incluso, hace poco tiempo fue noticia por un incidente de tráfico, donde fue denunciado por amenazar a la otra parte con una pistola, siendo posteriormente archivada esta causa por el Tribunal Supremo al no ratificarse el joven denunciante, por no poder determinar el objeto que García-Calvo sacó del vehículo.
Este hombre del franquismo, ultraconservador, que ocupó cargos en el sindicato vertical, que llegó a presidir procesiones en el valle de los caídos, mal gobernador civil de Almería y peor juez, se nos ha ido. León ha dado grandes personalidades y en el presente está viviendo un momento dulce con el Presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero y el portavoz del PSOE en el Congreso José Antonio Alonso, pero este personaje leonés que ahora nos deja, no será recordado por sus hazañas, si no por ser un rancio obstáculo entre los inconvenientes que la democracia plena tiene para volver a restablecerse en España. Según el sumo sacerdote de los católicos, Benedicto XVI, el infierno existe. Mal momento para esta proclamación, pues, si de cristianismo hablamos, podemos pensar que al magistrado que nos deja, le deben estar haciendo un hueco perdurable en el tiempo, al calor de las brasas.
Es una muerte, y por tanto una desgracia para una familia. Las muertes nunca son deseables, aunque unas duelen más que otras. Yo por esta no echaré ni una lágrima, bastante tengo con ver el tremendo dolor que están sufriendo miles de personas en China por los terremotos que allí están sucediendo. Eso sí que es una verdadera desgracia.
FOTOS: Garcia Calvo - Publico y El País
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